Otro, Algún otro
Fusión de las palabras "algún" y "otro".
Este indefinido puede usarse como adjetivo con el sentido de "algún otro" (Trae algotro melón) o como pronombre con el sentido de "alguna otra cosa/persona" (Algotro vendrá que bueno me hará) aunque en ambos casos es más frecuente en el español moderno decir "otro" que "algún otro".
Una regla de uso sencilla podría ser que si en castellano es correcto decir "algún otro", aunque suene un poco raro y poco natural, pero sí es correcto, entonces el peraleo podía usar "algotro" en lugar de simplemente "otro". En el caso del pronombre, si hay duda podemos transformarlo en adjetivo y aplicar la misma regla (¿quieres otro? > ¿quieres algún otro caramelo?, -suena correcto, entonces- ¿quieres algotro?).
Alguien
La forma más frecuente de decir /alguien/ en peraleo es "alguno, algún". Con bastante menos frecuencia se dice "alguien", y de vez en cuando se oye "persona alguna".
Algo, Nada
Forma muy enfática de decir "algo" o "nada".
Nada
Forma muy enfática de decir "nada".
Se
Forma descuidada del pronombre personal o reflexivo: Se.
Nos
Nos (pronombre personal de objeto correspondiente a "nosotros"). "Mos" a menudo lo encontramos apocopado como "Mo".
El pronombre "Mos" se usa sólo si va delante del verbo (Mos ha dao el libro a musotros), si va detrás se usa "Nos" igual que en el estándar (Danos el libro).
Si va seguido de un pronombre de objeto de tercera persona (le, la, lo) y sus plurales, se usa casi siempre "Nos", y a menudo la forma apocopada (No) si va detrás del verbo (danos el libro / dánole). Si va delante del verbo se puede usar "Mos" (mos dio el libro / mos le dio) o también la forma apocopada (Mo), aunque en esa posición suena muy descuidada, como que realmente nos hemos comido la -S (mo' le dio). La forma apocopada (mo/no) es practicamente obligatoria si va seguida del pronombre plural (mos le dio / mo les dio) por el empeño de nuestro dialecto en evitar dos aspiraciones consecutivas siempre que sea posible.
Ese mismo acortamiento se mantiene cuando en vez de "mos" usamos el hoy en día más normal pronombre estándar "nos" (Nos lo trajo ~ ¿No los podís dejal?). Se diferencia del "No" negativo porque es átono, y el adverbio negativo siempre va acentuado.
Si va seguido de un pronombre personal de objeto directo singular (le, la, lo) o plural (les, las, los) tampoco es raro usar las formas apocopadas: mo, no (dánolas / no las dió = dánoslas/nos las dió).
Y al igual que en el estándar, sólo va detrás del verbo cuando es infinitivo, gerundio o imperativo. Si este pronombre va detrás del imperativo, el verbo pierde la -S final, pero no si va delante (Vamos→ Vamos+nos→ Vámonos / Mos vamos).
La forma "Mus/Mu" tiene el mismo uso que "Mos/Mo" pero suena más inculta y casi no se usaba.
Ningún
Este adjetivo indefinido se usa en general como en el estándar, pero en peraleo es muy habitual usarlo pospuesto al sustantivo al que acompaña.
En el estándar usamos la construcción "ningún/ninguna" seguido del sustantivo correspondiente (ningún empeño, ninguna gana). En peraleo se puede usar del mismo modo (No encuentro nengún cuchillo), pero en cambio es también igual de frecuente posponer este indefinido para dar más énfasis a la negación, casi siempre en oraciones negativas y siempre en singular (No tengo gana nenguna de dil ahora / Yo no he visto por aquí lápiz nenguno, hijo).
Ninguno, Nadie
La palabra "nadie" prácticamente no se usó en castellano hasta el siglo XV. Anteriormente se usaba siempre "nenguno" o "ninguno", lo que explica por qué el peraleo -que se separó del estándar en el XIV- tiene una mayor frecuencia de uso de "nenguno" y menor de "naide" (nadie) que el estándar.
Sirve tanto para personas como para cosas y es muy frecuente en peraleo usarlo pospuesto al sustantivo para enfatizar (Yo no tengo priesa nenguna), algo muy poco frecuente en español actual y bastante normal en el castellano antiguo. Pero si lo posponemos, siempre se pone en singular (No me jagas bromas = No me jagas broma nenguna).
Nadie
Forma muy enfática de decir "nadie".
En oraciones negativas las formas usadas, por orden de más a menos frecuente, son: naide, nenguno, persona nenguna, persona alguna. Todas estas formas peraleas, así como su orden de prevalencia, coinciden con el castellano medieval.
–
Los pronombres de objeto en el estándar se organizan según la función, así se diferencia entre el complemento directo (lo/los, la/las) y el indirecto (le/les): coge a la niña > cógela y dale pan. En "cógela" el LA es complemento directo (CD) y se refiere a la niña. En "dale pan" LE también se refiere a la niña pero decimos LE porque es complemento indirecto (CI), mientras que "pan" es el CD. Lo que se da es el pan (CD), y la niña recibe indirectamente esa acción de dar el pan, por eso decimos que ahí la niña es un complemento indirecto. El pronombre de objeto sustituye al objeto, en vez de decir "niña" decimos LA o LE según su función. Sin embargo el castellano tiene una extraña peculiaridad, que en vez de usar el pronombre para sustituir al nombre, como es lo suyo, podemos también usar el pronombre y además el nombre al que supuestamente debería sustituir (da pan al niño > dale pan > dale pan al niño). En el castellano estándar esto no influye para la elección del pronombre, pero veremos luego que para el dialecto de nuestra zona sí supone un cambio.
En cualquier caso, la regla estándar de elegir pronombre según su función (CD vs CI) no se puede aplicar a nuestro dialecto porque aquí se aplica una regla diferente que explicaremos a continuación. La clave para nosotros no está en la función sino en el género (si el complemento es masculino, femenino o neutro) y el número (si es singular o plural). De entrada funcionaría como en otros idiomas, como por ejemplo el inglés.
Este asunto necesita, no obstante, un estudio más pormenorizado que el que nosotros hemos realizado, para asegurarse de que se captan todos los detalles del uso en nuestra zona. Además, el uso de estos pronombres átonos en nuestra comarca encaja más o menos con el uso que los estudios describen para la zona castellana de Ávila y limítrofes (Salamanca, este de Cáceres, oeste de Toledo y oeste de Madrid), según el cual se usa LO para palabras incontables (vino, leche, agua...) y para los contables se usa LE/LOS para el masculino y LA/LAS para el femenino, independientemente de si es CD o CI. Pero aunque esa regla deja su influencia en el uso del Campo Arañuelo, lo que hemos encontrado nosotros tiene unas reglas diferentes y más complejas, aunque somos conscientes de que explicando el mismo fenómeno desde unos parámetros diferentes tal vez las diferencias sean más pequeñas. Veamos a continuación cómo funciona nuestro paradigma.
NEUTRO: lo, los FEMENINO: la, las No importa la función (CD o CI) ni la naturaleza del objeto (persona, animal o cosa), sólo el género y el número (SG o PL), como cualquier sustantivo. Sin embargo la cosa se complica cuando llegamos al MASCULINO, porque aquí además del género y el número sí es relevante la función (CD, CI). Pondremos entre paréntesis las formas poco usadas: /CD-sg: le (lo) /CD-pl: los (les) /CI-sg: le /CI-pl: los/les Para que se entienda mejor, vamos a transformar eso en oraciones sencillas referidas a uno o varios niños: /CD-sg: cógele (menos frecuente: cógelo) /CD-pl: cógelos (menos frecuente: cógeles) /CI-sg: dale un cacho pan [no es posible *dalo un cacho pan] /CI-pl: dalos un cacho pan o dales un cacho pan. (los más mayores parecen optar casi sólo por "dalos")FEMENINO (la niña) Cógela, dala un cacho pan. NEUTRO (eso/esos de ahí) Míralo / Dalos un pedrancazo.Esta peculiaridad del comportamiento inestable del masculino en peraleo podría indicar que estamos en una fase de transición y, si las fuerzas de la regularización triunfan, con el tiempo podríamos llegar a un paradigma totalmente regularizado en LE-LES para masculino, sea complemento directo o indirecto. De hecho entre los mayores el uso de LES es mínimo, pero es mayor entre los más jóvenes lo mismo para el CD que para el CI. La educación y los medios de comunicación, sin embargo, nos hacen pensar que con el tiempo será probablemente la regla del estándar la que se imponga en este asunto como en todos.
Por supuesto la influencia del estándar también es un elemento que está creando interferencias entre los hablantes del dialecto, lo que hace más complicado estudiar las normas de uso cuando profundizamos en detalles, pero aun así hemos encontrado dentro de la propia dinámica de nuestro dialecto casos en los que esas reglas cambian claramente el uso del femenino pero también del masculino. Es un terreno que también hay que investigar con más detalle, pero vamos a lanzar ahora nuestras conclusiones preliminares:
Es posible que influya si el pronombre va delante del verbo o si se coloca clítico detrás, habría que verlo más despacio. También vemos que el género y hasta el número a veces cambian o vacilan por influencia del sujeto, en lugar del objeto al que representan, y más aún porque siendo pronombre de objeto indirecto, a veces se le hace concordar con el complemento directo de la oración, y este tipo de influencias o errores creemos que son más fuertes cuanto más cerca físicamente estén del pronombre según el orden de la frase. El hecho de que la frase en castellano se pueda ordenar de formas tan diversas hace que una misma frase, incluso si es corta, pueda decirse de varias formas y el pronombre de objeto puede quedar cerca o lejos de ciertos elementos que lo influyen, haciendo más o menos probables los cambios o las interferencias, por ejemplo: Dale a tu madre las patatas, las patatas dáselas a tu madre, dale las patatas a tu madre, a tu madre dala las patatas, a tu madre las patatas dáselas, las patatas a tu madre se las das, etc. Esta variedad de órdenes parece ser otro factor que podría explicar por qué en unos casos los entrevistados están de acuerdo en el pronombre y en otros casos hay dudas o te ofrecen dos alternativas posibles. Aun así podemos ver ciertas reglas generales que suelen cumplirse, aunque luego veamos factores, como este mencionado, que pueden crear confusión ante otra forma en algunos casos.Parece que en general se cumple la regla de que si el objeto al que se refiere (sea directo o indirecto) es femenino, usamos LA o LAS si es plural, pero hay una clara excepción a esta regla: si en la misma frase aparece el pronombre de objeto indirecto y también el nombre al que supuestamente sustituye, entonces usamos LE, LES aunque sea femenino (dale a tu madre esto/ le = a tu madre). No es imposible usar también ahí LA, LAS, pero es poco frecuente. Con el masculino ocurre lo mismo, en este caso se prefiere LE, LES (dales a tus hermanos), aunque en el plural no sería imposible decir LOS y según el orden de la frase se preferiría el singular LE como veremos a continuación. Sin embargo no está muy claro que esto pueda ocurrir igualmente con el neutro "eso/esos", tal vez por la dificultad de pensar en un ejemplo con esa construcción.Otra peculiaridad es que en esta construcción, si el verdadero objeto va detrás del pronombre entonces el pronombre va en singular y no en plural (dile a los novios, dale/dala a las muchachas pan, dale esto a las gatas), aunque en algunos raros casos han optado por usarlo en plural (diles/dilos a los novios). Por lo poco que hemos podido ver, parece que esos escasos usos en plural son más frecuentes si el objeto es una persona, menos si son animales y menos aún si son cosas. Como rareza, hemos encontrado un caso en el corpus en donde lo usan en singular a pesar de que el objeto estaba delante del pronombre y no detrás, pero parece ser un caso aislado.
También noten que en estos casos de complemento reduplicado las probabilidades de usarlo en singular o plural (o incluso usar el Le o no) cambian mucho si en lugar de ese orden dado (pronombre seguido del verdadero objeto) usamos otro: dale a las muchachas pan, mejor dale pan a las muchachas, a las muchachas las das pan mejor, a las muchachas pan dalas to lo que quieran. Podría influir también si el complemento directo va delante o detrás del indirecto.
Señalar también el uso del llamado "leísmo de cortesía", que consiste en usar siempre LE/LES cuando nos referimos a alguien, hombre o mujer, a quien estamos tratando de usted (Le traigo esto a usté / Doña Carmen, Doña Manoli, les espero a la puerta la escuela). Con el masculino parece que sí se cumple, con el femenino no estamos tan seguros, nos faltan datos y ciertamente sí podría usarse LA/LAS aunque sea en fórmulas de respeto.
En fin, que este asunto merece un estudio intenso por sí mismo, aunque aquí creemos haber localizado los rasgos generales y los puntos que necesitan más investigación. También se ve claro que aunque haya reglas más o menos complejas, también hay en muchos casos un margen de variabilidad que muestra claramente que estamos ante un sistema inestable, aunque no caótico como algunos piensan.
El paradigma de estos pronombres es importante porque el laísmo, el leísmo y el loísmo, en diferentes versiones, está extendido por todas las tierras castellanas, pero no existe en las tierras de habla o influencia asturleonesas (Asturias, Galicia, León, Zamora, Salamanca, Cáceres occidental y Badajoz occidental), hasta el punto de que muchos lingüistas utilizan este marcador para delimitar la división entre las hablas de origen castellano y las de origen o influencia leonesa. A nosotros el actual paradigma nos identifica como castellanos.
Al igual que ocurre en el castellano estándar, si tenemos dos pronombres de tercera persona, uno como objeto directo y el otro como indirecto, se sustituye el directo por "Se".
Da un cacho pan → Dale / Da a él → Dale / Da un cacho pan a él → *Dálele → Dásele.
–
Cuando el pronombre "se" se usa con otros pronombres personales, en nuestro dialecto, como en muchas otras zonas rurales de España, se usa un orden invertido con respecto al estándar, de modo que en vez de decir, por ejemplo, "se me cae", lo normal era decir "me se cae". Sin embargo con la 3ª persona (le, la, lo, les, las, los) se usa el mismo orden del estándar (se le cae).
Os
Pronombre personal de objeto de la segunda persona del plural.
Todo
Tiene formas para masculino, femenino, singular y plural (to, toa, tos, toas). Como pronombre se usan las cuatro (Han venío tos / Me la via comel toa / Tengo toas).
Cuando es adjetivo, o sea, cuando va delante de un sustantivo, es MÁS habitual el uso en todos los casos de la forma "to" invariable (to la gente / to los burros), aunque a veces se usa también la forma femenina singular (toa la calle). Menos frecuente es el uso del femenino plural "toas" (todas las flores→ to las flores, toas las flores), y cuando se usa suele perder la S final por cuestiones fonéticas, aunque no se pierda la conciencia de que es un plural (toa las flores). Por cuestiones fonéticas también, el masculino plural (tos) no se usa nunca como adjetivo si va seguido del artículo "los" (todos los hombres→ to los hombres).
Igual que en el estándar, también se usa la coletilla "y to" para enfatizar algo que resulta en cierto punto sorprendente o importante (S'arregló y apareció to elegante, con pendientes de oro y to).
El peraleo conserva también un uso medieval que se perdió en el estándar a lo largo del siglo XVI. Se trata del uso con números para indicar que la cifra es el total. En este caso "to" concuerda siempre en género y número y casi siempre sustituye al artículo, no lo acompaña:
Estándar: "Tiene tres hijas y las tres morenas". Peraleo: "Tiene tres hijas y toas tres morenas". (con este uso no se puede decir para el femenino "*to/tos tres")
"Ya se metién en armas los del buen Campeador, todos tres se acuerdan, ca son de un señor. (Poema del Mio Cid, c. 1140).
Vosotros
Forma en nominativo, vocativo o precedida de preposición del pronombre personal de segunda persona plural.