-azo, -aco
Sufijo para formar aumentativos.
En castellano también existe el sufijo -aco para aumentativos, pero su uso es muy raro (libraco), pues se prefiere -azo (cochazo, culazo, manazas), aunque aun así se usa poco como aumentativo, siendo más frecuente, como en peraleo, su uso con el significado de golpe dado con algo (porrazo, balonazo, carpetazo...).
El peraleo también usa el sufijo -azo como aumentativo, pero usaba mucho más el sufijo -aco (viejaco, cochaco, sombreraco, tazonaco, pantalonacos...), tanto o más que el sufijo autóctono -ato (perrato, camionato, torato...).
Al igual que en el estándar, se puede añadir un sentido despectivo mediante el infijo -RR- (pajarraco, bicharraco).
-ón
Sufijo aumentativo que indica proporciones muy grandes o exageradas.
Este sufijo, que sólo hemos encontrado en Peraleda, ha sido siempre muy usado para indicar que algo es muy grande, a menudo exagerando.
Hay palabras donde se usa con mucha frecuencia (pedráncano, pozáncano, piezáncano), pero en principio es posible usarlo con casi cualquier sustantivo (mesáncano, botelláncano), aunque no sea tan frecuente. La limitación que tiene es de tipo fonético. Al tener tres sílabas suele evitarse su uso con sustantivos de más de dos sílabas (como mucho tres), para no crear palabras excesivamente grandes (televisión→ *televisionáncana).
Por otro lado, como para añadir este sufijo hay que suprimir la vocal final de la palabra (libro→ libr-áncano), también se evita su uso cuando el resultado es difícil de asociar con la palabra original (boli→ boláncano podría derivar de bola).
–
El participio presente de los verbos era aún muy frecuente en la Edad Media y funcionaban habitualmente como adjetivos verbales equivalentes a una oración de relativo (el caballero andante = el caballero que anda; el niño pensante = el niño que está pensando). A partir del XVI los verbos fueron perdiendo esta forma, no podemos ya decir, por ejemplo, la mujer *comiente (que come). Sin embargo hay muchos de estos participios presentes que han sobrevivido en forma de sustantivos (cantante, escribiente, teniente, vigilante...) o de adjetivos (el sol saliente, la bella durmiente, el holandés errante, el rico pudiente, la criada diligente...). En cualquier caso, estas formas terminan siempre en -E y no cambian de género, sirven igual para masculino que para femenino (un teniente, una teniente, un niño sonriente, una niña sonriente).
La peculiaridad del peraleo es que en la mayoría de estos casos sí existe una forma diferente para el femenino, terminada en -A, como es el caso de ayudante y ayudanta, y muchas otras (gobernanta, manejanta, estudianta, vigilanta), aunque normalmente no se usa para designar una profesión sino una cualidad del carácter. Asi un vigilante era el hombre que cobraba por vigilar, pero una vigilanta era una mujer que controlaba mucho lo que los demás hacían. Esto es simplemente porque la mayoría de esas profesiones no eran realizadas por mujeres. En el caso de que sí fuera una profesión solía usarse la forma invariable (una cantante, pero no *cantanta, y se podía decir una estudianta, pero también una estudiante) y como las mujeres podían ser llamadas según la profesión de su marido, igual que cartera era la mujer del cartero, tenienta era la mujer del teniente.
También se da el caso de palabras de estas procedentes de un participio presente que se usan en peraleo pero no en español (cascante/cascanta, en español parlanchín) y otras habituales en español que no se usan en peraleo (agobiante, en peraleo ajinoso/ajinosa).
Salvo excepciones, los participios presente terminados en -ante suelen tener femenido en peraleo, al menos si se refiere a personas (tunante/tunanta, bergante/berganta, manejante/manejanta), pero raramente si terminan en -ente (viviente, pudiente, saliente, entrante), salvo cuando se trata de "la mujer de", como ya hemos dicho (la tenienta). Esto en cuanto a las palabras que se usaban en nuestro dialecto, porque otras palabras que se han incorporado recientemente del estándar se usan del mismo modo que en el estándar.
-azo
Sufijo aumentativo con el valor de -azo, usado con recipientes para indicar la gran cantidad de algo que contienen (montonao, platao, pelotonao, puñarrao, sartenao...). Un perolao sería una gran cantidad de algo en un perol, un sartenao de migas, sería una gran cantidad de migas en una sartén, etc.
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El recurso de usar un sustantivo de cualidad en plural y utilizarlo como singular para referirse peyorativamente a personas no es extraño. De hecho, es recurso frecuente en castellano, aunque sólo funciona con sustantivos de origen femenino terminados en -A (eres un/una... agonías, cagaprisas, angustias, nenas, cocinillas...). La diferencia es que en peraleo esa -S final puede perderse si es singular, y así es frecuente decir, por ejemplo, "eres un agonía, un rutina".
-ón
Sufijo despectivo para formar insultos o señalar defectos a partir de verbos (robar → robajón).
-udo
Sufijo con valor entre aumentativo y despectivo.
Medio-
Prefijo que se usa para indicar que una acción se lleva a cabo de forma muy ligera o suave.