Mi, etc.
Mi, tu, su, etc.
Sería conveniente un estudio más exhaustivo para poder establecer una explicación más pormenorizada del uso del posesivo con artículo en el Campo Arañuelo. Pero con los datos que tenemos lo que sí podemos afirmar es que, en general, sigue un patrón parecido al que vemos en el castellano del siglo XIV en lo básico. Es decir, se usa esporádicamente, menos que el posesivo sin artículo; lo vemos sobre todo con la primera persona, y más del singular (el mî, la mî...) que en el plural (las mîs, los nuêstros...), tiene un uso enfático y emotivo, es decir, cuando el hablante utiliza el artículo con el posesivo está o bien marcando firme su dominio sobre lo poseído (la nûestra cocina), o bien añadiendo a la posesión una fuerte relación afectiva (los mîs niños) o ambas cosas. Analizando nuestro corpus podemos explicar así esta diferencia:
1- Posesivo con artículo: Se usa para añadir énfasis o especificidad, destacando el objeto como único o emocionalmente importante para el poseedor. Es común en contextos narrativos o reflexivos donde se quiere resaltar la importancia del objeto o la conexión especial que tiene con el poseedor.2- Posesivo sin artículo: Más frecuente en interacciones coloquiales y neutrales. Se emplea para referirse a la posesión sin enfatizar la singularidad o relevancia del objeto, manteniendo un tono práctico y directo.
El posesivo en nuestro dialecto está en una situación gramatical muy parecida a la del castellano medieval, pues el español moderno usa el posesivo como un actualizador y por tanto no puede ir nunca con otros actualizadores (artículos, demostrativos y posesivos), pero en "el mî helmano" tenemos aparentemente dos actualizadores juntos (el + mi). Lo que ocurre es que el posesivo peraleo, como el medieval, está en la zona intermedia entre el adjetivo que fue y el actualizador que será, de modo que podemos verlo usado como adjetivo (la GRAN casa→ la MÎ casa) y también como actualizador (LA casa→ MI casa).
Encontramos, no obstante, un ejemplo que no encaja ni con la función de adjetivo ni con la de actualizador: "los mis dos niños". Si fuera actualizador debería ser "MIS dos niños" (como en: LOS dos niños), y si fuera adjetivo debería ser "los dos MIS niños", siguiendo el orden de los adjetivos antepuestos (los dos BELLOS niños), tal como vemos en la Edad Media:
"...fizo cuenta que matando a él y tomando a los dos mis hijos..." (Amadís de Gaula, c. 1490).
Sin embargo, el orden que hemos encontramos en el corpus peraleo es: "los mis dos niños" (con el posesivo sin acentuar). Provisionalmente diremos que podría tratarse de un cruce de influencias entre las reglas del estándar moderno y las reglas del peraleo, que han creado una construcción mixta donde la forma "mis dos niños" simplemente añade el artículo "los + mis dos niños" ignorando que con ello debería también cambiar de función morfológica y pasar de actualizador a adjetivo, con su consiguiente cambio de orden. No obstante, esta singularidad nos avisa de que tal vez haya en la construcción peralea más de lo que nos parece ver.
Otro rasgo importante es el acento. Algunos especulan sobre si los posesivos llamados "átonos" (mi, tu...) frente a los tónicos (mío, tuyo...) iban o no acentuados a finales de la Edad Media cuando se usaban aún junto al artículo. Pues bien, si el peraleo nos pudiera servir como "fósil medieval" del castellano en este caso, vemos que los posesivos supuestamente "átonos" muy frecuentemente se acentúan (está en tû casa), aunque también pueden usarse sin acentuar, pero cuando van con artículo se acentúan siempre (está en la mî casa). Esto es importante porque los posesivos iban acentuados cuando eran adjetivos y sin acentuar cuando pasaron a ser actualizadores, lo que indica que el posesivo peraleo todavía actúa en gran medida como un adjetivo antepuesto, y por eso puede tomar artículo.
Veamos ahora varios ejemplos medievales que muestran el mismo uso del posesivo que el peraleo:
"Yo só pan de vida que desçendí del çielo; e el pan que yo dó es la mi carne, e quien come la mi carne e beve la mi sangre, avrá vida perdurable e en mí mane e yo en él". (Sermonario medieval, c. 1400-1500).
"El ayre que çerca los nuestros cuerpos por todas partes lo atraemos por la espiraçion". (Visita y consejo de médicos, Estéfano de Sevilla, c. 1400).