Formas: Amé, amastes, amó, amamos, amastis, amaron.
Las formas de TÚ añaden -S, como ocurre en muchas zonas de España por analogía con la -S que tiene esa persona en casi todos los tiempos verbales (comes, comías, comerás, comieras, comiste > comistes).
Las formas de VOSOTROS simplifican el diptongo (eis > is) en las tres conjugaciones (amasteis→ amastis, comisteis→ comistis, partisteis→ partistis). En Ávila, de donde nos ha llegado a nosotros, esto está también muy generalizado, pero mientras que muchos pueblos hacen el mismo cambio eis>is, otros optaron por eis>es, que nunca ocurre en Peraleda. Las tres formas (-eis, -is, -es) fueron variantes usadas en el castellano del siglo XIV y XV para varias terminaciones de la 2ª persona del plural, hasta que finalmente la forma -eis se impuso en el estándar (queredes > queréis, querés, querís).
En el caso del verbo ANDAR no se usaba la forma vulgar (andé, andastes, andó…), que es la que predomina hoy. Hasta mediados del s. XX las formas autóctonas seguían el modelo del estándar (anduve, aduvistes, anduve, anduvimos, anduvistis, anduvieron). Fue entonces cuando las formas dialectales "andé, andaste, andó..." nos llegaron de fuera y se consolidaron totalmente en un tiempo récor.
Los pronombres de objeto en el estándar se organizan según la función, así se diferencia entre el complemento directo (lo/los, la/las) y el indirecto (le/les): coge a la niña > cógela y dale pan. En "cógela" el LA es complemento directo (CD) y se refiere a la niña. En "dale pan" LE también se refiere a la niña pero decimos LE porque es complemento indirecto (CI), mientras que "pan" es el CD. Lo que se da es el pan (CD), y la niña recibe indirectamente esa acción de dar el pan, por eso decimos que ahí la niña es un complemento indirecto. El pronombre de objeto sustituye al objeto, en vez de decir "niña" decimos LA o LE según su función. Sin embargo el castellano tiene una extraña peculiaridad, que en vez de usar el pronombre para sustituir al nombre, como es lo suyo, podemos también usar el pronombre y además el nombre al que supuestamente debería sustituir (da pan al niño > dale pan > dale pan al niño). En el castellano estándar esto no influye para la elección del pronombre, pero veremos luego que para el dialecto de nuestra zona sí supone un cambio.
En cualquier caso, la regla estándar de elegir pronombre según su función (CD vs CI) no se puede aplicar a nuestro dialecto porque aquí se aplica una regla diferente que explicaremos a continuación. La clave para nosotros no está en la función sino en el género (si el complemento es masculino, femenino o neutro) y el número (si es singular o plural). De entrada funcionaría como en otros idiomas, como por ejemplo el inglés.
Este asunto necesita, no obstante, un estudio más pormenorizado que el que nosotros hemos realizado, para asegurarse de que se captan todos los detalles del uso en nuestra zona. Además, el uso de estos pronombres átonos en nuestra comarca encaja más o menos con el uso que los estudios describen para la zona castellana de Ávila y limítrofes (Salamanca, este de Cáceres, oeste de Toledo y oeste de Madrid), según el cual se usa LO para palabras incontables (vino, leche, agua...) y para los contables se usa LE/LOS para el masculino y LA/LAS para el femenino, independientemente de si es CD o CI. Pero aunque esa regla deja su influencia en el uso del Campo Arañuelo, lo que hemos encontrado nosotros tiene unas reglas diferentes y más complejas, aunque somos conscientes de que explicando el mismo fenómeno desde unos parámetros diferentes tal vez las diferencias sean más pequeñas. Veamos a continuación cómo funciona nuestro paradigma.
NEUTRO: lo, los FEMENINO: la, las No importa la función (CD o CI) ni la naturaleza del objeto (persona, animal o cosa), sólo el género y el número (SG o PL), como cualquier sustantivo. Sin embargo la cosa se complica cuando llegamos al MASCULINO, porque aquí además del género y el número sí es relevante la función (CD, CI). Pondremos entre paréntesis las formas poco usadas: /CD-sg: le (lo) /CD-pl: los (les) /CI-sg: le /CI-pl: los/les Para que se entienda mejor, vamos a transformar eso en oraciones sencillas referidas a uno o varios niños: /CD-sg: cógele (menos frecuente: cógelo) /CD-pl: cógelos (menos frecuente: cógeles) /CI-sg: dale un cacho pan [no es posible *dalo un cacho pan] /CI-pl: dalos un cacho pan o dales un cacho pan. (los más mayores parecen optar casi sólo por "dalos")FEMENINO (la niña) Cógela, dala un cacho pan. NEUTRO (eso/esos de ahí) Míralo / Dalos un pedrancazo.Esta peculiaridad del comportamiento inestable del masculino en peraleo podría indicar que estamos en una fase de transición y, si las fuerzas de la regularización triunfan, con el tiempo podríamos llegar a un paradigma totalmente regularizado en LE-LES para masculino, sea complemento directo o indirecto. De hecho entre los mayores el uso de LES es mínimo, pero es mayor entre los más jóvenes lo mismo para el CD que para el CI. La educación y los medios de comunicación, sin embargo, nos hacen pensar que con el tiempo será probablemente la regla del estándar la que se imponga en este asunto como en todos.
Por supuesto la influencia del estándar también es un elemento que está creando interferencias entre los hablantes del dialecto, lo que hace más complicado estudiar las normas de uso cuando profundizamos en detalles, pero aun así hemos encontrado dentro de la propia dinámica de nuestro dialecto casos en los que esas reglas cambian claramente el uso del femenino pero también del masculino. Es un terreno que también hay que investigar con más detalle, pero vamos a lanzar ahora nuestras conclusiones preliminares:
Es posible que influya si el pronombre va delante del verbo o si se coloca clítico detrás, habría que verlo más despacio. También vemos que el género y hasta el número a veces cambian o vacilan por influencia del sujeto, en lugar del objeto al que representan, y más aún porque siendo pronombre de objeto indirecto, a veces se le hace concordar con el complemento directo de la oración, y este tipo de influencias o errores creemos que son más fuertes cuanto más cerca físicamente estén del pronombre según el orden de la frase. El hecho de que la frase en castellano se pueda ordenar de formas tan diversas hace que una misma frase, incluso si es corta, pueda decirse de varias formas y el pronombre de objeto puede quedar cerca o lejos de ciertos elementos que lo influyen, haciendo más o menos probables los cambios o las interferencias, por ejemplo: Dale a tu madre las patatas, las patatas dáselas a tu madre, dale las patatas a tu madre, a tu madre dala las patatas, a tu madre las patatas dáselas, las patatas a tu madre se las das, etc. Esta variedad de órdenes parece ser otro factor que podría explicar por qué en unos casos los entrevistados están de acuerdo en el pronombre y en otros casos hay dudas o te ofrecen dos alternativas posibles. Aun así podemos ver ciertas reglas generales que suelen cumplirse, aunque luego veamos factores, como este mencionado, que pueden crear confusión ante otra forma en algunos casos.Parece que en general se cumple la regla de que si el objeto al que se refiere (sea directo o indirecto) es femenino, usamos LA o LAS si es plural, pero hay una clara excepción a esta regla: si en la misma frase aparece el pronombre de objeto indirecto y también el nombre al que supuestamente sustituye, entonces usamos LE, LES aunque sea femenino (dale a tu madre esto/ le = a tu madre). No es imposible usar también ahí LA, LAS, pero es poco frecuente. Con el masculino ocurre lo mismo, en este caso se prefiere LE, LES (dales a tus hermanos), aunque en el plural no sería imposible decir LOS y según el orden de la frase se preferiría el singular LE como veremos a continuación. Sin embargo no está muy claro que esto pueda ocurrir igualmente con el neutro "eso/esos", tal vez por la dificultad de pensar en un ejemplo con esa construcción.Otra peculiaridad es que en esta construcción, si el verdadero objeto va detrás del pronombre entonces el pronombre va en singular y no en plural (dile a los novios, dale/dala a las muchachas pan, dale esto a las gatas), aunque en algunos raros casos han optado por usarlo en plural (diles/dilos a los novios). Por lo poco que hemos podido ver, parece que esos escasos usos en plural son más frecuentes si el objeto es una persona, menos si son animales y menos aún si son cosas. Como rareza, hemos encontrado un caso en el corpus en donde lo usan en singular a pesar de que el objeto estaba delante del pronombre y no detrás, pero parece ser un caso aislado.
También noten que en estos casos de complemento reduplicado las probabilidades de usarlo en singular o plural (o incluso usar el Le o no) cambian mucho si en lugar de ese orden dado (pronombre seguido del verdadero objeto) usamos otro: dale a las muchachas pan, mejor dale pan a las muchachas, a las muchachas las das pan mejor, a las muchachas pan dalas to lo que quieran. Podría influir también si el complemento directo va delante o detrás del indirecto.
Señalar también el uso del llamado "leísmo de cortesía", que consiste en usar siempre LE/LES cuando nos referimos a alguien, hombre o mujer, a quien estamos tratando de usted (Le traigo esto a usté / Doña Carmen, Doña Manoli, les espero a la puerta la escuela). Con el masculino parece que sí se cumple, con el femenino no estamos tan seguros, nos faltan datos y ciertamente sí podría usarse LA/LAS aunque sea en fórmulas de respeto.
En fin, que este asunto merece un estudio intenso por sí mismo, aunque aquí creemos haber localizado los rasgos generales y los puntos que necesitan más investigación. También se ve claro que aunque haya reglas más o menos complejas, también hay en muchos casos un margen de variabilidad que muestra claramente que estamos ante un sistema inestable, aunque no caótico como algunos piensan.
El paradigma de estos pronombres es importante porque el laísmo, el leísmo y el loísmo, en diferentes versiones, está extendido por todas las tierras castellanas, pero no existe en las tierras de habla o influencia asturleonesas (Asturias, Galicia, León, Zamora, Salamanca, Cáceres occidental y Badajoz occidental), hasta el punto de que muchos lingüistas utilizan este marcador para delimitar la división entre las hablas de origen castellano y las de origen o influencia leonesa. A nosotros el actual paradigma nos identifica como castellanos.
Al igual que ocurre en el castellano estándar, si tenemos dos pronombres de tercera persona, uno como objeto directo y el otro como indirecto, se sustituye el directo por "Se".
Da un cacho pan → Dale / Da a él → Dale / Da un cacho pan a él → *Dálele → Dásele.