1. —Cuando él entraba en la taberna, si estaba yo allí se tenía que bebel cuatro cañas. Si estaba él y entraba yo, me tenía que bebel cuatro cañas.
—¿Cuatro cañas de cerveza?
—No, de vino.
—Pos serán chatos de vino entonces, ¿no?
—Claro, las cañas.
—¿Lo llamábais cañas de vino?
—Entonces las cañas eran... bueno, como ahora. Poco más que los chatos de vino. Anda que tengo yo pocos vasos de esos.
2. Pasamos a Talaverilla, entramos en una taberna allí, y vengan cañas y venga vasos y venga.