1. A ver si te digo que pol las mañanas temprano nos mandaban a cagajones. A recoger cagajones, y, y me decían, "tantas, tantas banastas como traigas, tantas perras gordas que te doy", decía abuela. Digo, pos sí, madre mía, oy. Ahora, que yo llegaba a la calle, y como había tanto caballo y tanto animal, pues siempre estaba llena de cagajones y de to. Hala, juntaba pol lo menos cuatro o seis banastas allí en la cuadra, que luego se ponía, "toma, anda, vete a por el churro".