1- Juego grupal muy frecuente en Peraleda. Era una variante compleja del escondite en la que se recorrían las calles del pueblo.
2- Expresión que se utiliza para comunicar al resto de un grupo que es hora de marcharse.
Personaje con el que se asustaba a los niños para que no se fueran solos por el campo. Se le describía con aspecto de vagabundo que vaga por los caminos y secuestra a niños que andan solos metiéndolos en un saco para llevárselos. En un intento infantil por intentar comprender para qué quería este señor a los niños, a veces se le ponía en relación con el Tío del Sebo o el Tío de la Sangre, suponiendo que secuestraba a los niños para vender su sangre o su manteca.
Personaje mitológico con el que se amedrentaba a los niños. A los niños se les decía que les iba a rajar para extraerles el sebo o grasa del cuerpo para hacer ungüentos y perfumes. Es un personaje conocido por toda España y Sudamérica. Se utiliza como argumento para amedrentar a los niños (y jovencitas) y obligarlos a que regresen a casa temprano y tengan cuidado de no hablar con hombres extraños. Es similar al Tío del Saco, y al igual que éste, en Peraleda solía acechar por los caminos, no por las calles del pueblo.
Personaje mitológico con el que se amedrentaba a los niños para que no fueran solos por el campo, pues supuestamente les sacaba la sangre.
Persona, especialmente niños, que son muy hiperactivos y no paran, de modo que agotan y hartan a todo el que tienen alrededor.
Juego infantil consistente en que los participantes van saltando sobre la espalda de otro que está doblado sobre sí mismo hacia delante, llamado "el burro". A medida que van saltando se van colocando delante en la misma posición para que los otros sigan saltando por encima, formando así una cadena sin fin.
(dicho de una cosa o de una persona) Atraer la voluntad o el afecto de alguien.
Correas que sujetan la silla de montar al cuerpo del animal por delante, por el medio y por detrás.
Forma cariñosa con la que se designa al hermano del padre o la madre en el lenguaje infantil, normalmente para los niños muy pequeños.
Pedazo de leña mal carbonizado -generalmente entre el picón- que desprende humo al arder.
Trozo de madera carbonizado, negro y poroso, por lo que es más ligero, pero aún consistente, igual que un carboncillo. Normalmente resultaba de apagar el fuego con agua.
Intensificador que antecede al adjetivo (Está to gordo) o adverbio (Eso va to lento) para darle más énfasis, equivalente al superlativo -ísimo (Está gordísimo / Va lentísimo). Es frecuente usar la forma "to" en todos los casos, pero tiene formas para masculino, femenino, singular y plural (to, toa, tos, toas).
El superlativo latino entró en el castellano en el Renacimiento por influencia del italiano y del latín como un cultismo. En esa época el peraleo ya se había separado del castellano estándar, por lo que las formas en -ísimo no entraron en el habla local, que continuó usando el "to" como intensificador (Estás to tonto→ estás tontísimo). En tiempos recientes por influencia del estándar el superlativo español ha ido entrando en el peraleo, pero sigue siendo poco usado. Para esa idea superlativa también es frecuente aquí usar el "mu" duplicado (Es una casa mu mu grande).
Se usa en oraciones copulativas que se construyen con el verbo "estar" colocado delante del atributo, con el que puede concordar en género y número (to, toa, tos, toas), aunque es más frecuente usarlo como forma invariable (to el mundo, to la gente) de modo que se puede decir "Están toas tontas", pero es más frecuente escuchar "Están to tontas". Esto ocurre porque "Están toas tontas" es una frase ambigua, puede significar que estan tontísimas pero también puede significar que todas ellas, sin excepción, están tontas. Por el contrario la frase "están to tontas" sólo puede significar una cosa, que están completamente tontas.
Apóyanos con tu firma para salvar el Dolmen de Guadalperal y también para salvar el retablo esgrafiado de Peraleda.