sustantivo, masculino, plural
Juego de chicos consistente en lanzar unas estacas y clavarlas en barro o tierra húmeda.
El objetivo es intentar derribar uno de los "romos" (estacas) que están clavados en la tierra (condición indispensable es que se vea la punta) siempre que el propio permanezca clavado al derribar el del contrario. Si se consigue, el jugador desclavará su romo y con él en una mano y el derribado en la otra, le dará un fuerte golpe (como en el béisbol) para alejarlo todo lo que pueda. Mientras tanto, el perdedor irá a por su romo a todo correr mientras el ganador tiene que ir clavando su romo 3 veces (lanzándolo con fuerza de pie) al tiempo que relata esta cantinela: "Una, ninguna, ramillete y acituna" (o simplemente contando: una, dos y tres). Con cada palabra tiene que clavar y desclavar su romo. Si completa la ceremonia a tiempo, el perdedor queda eliminado, pero si el perdedor regresa antes de que el otro termine su cantinela, no queda eliminado y puede seguir jugando. Gana quien logra eliminar a todos los demás oponentes.
Comentarios:
Para jugar se utilizan romos, palos de unos 30-40 cm de largo y unos 5 de diámetro afilados por un extremo (obsérvese la contradicción con el nombre) para que puedan clavarse en el barro o tierra humedecida. El área de juego consistía en una zona circular de menos de medio metro de diámetro llamada la romera (lugar donde se meten los romos). Hay varios jugadores que por turnos van lanzando los romos para clavarlos en el suelo.
Ver palabras relacionadas: Juegos Juegos de grupo
Origen: Se usa en Peraleda.
Etimología:
Romo es la estaca afilada que se usa en este juego. Sin embargo, romo significa precisamente lo contrario: sin punta. Esto sugiere que el juego peraleo deriva de otro en el que sí intervenían palos romos. Lo más probable es que haya derivado de un juego andaluz, o al menos que sobrevive hoy en Andalucía, llamado el mocho y romo, donde precisamente hay un palo sin punta, llamado romo y otro afilado llamado mocho (aunque "mocho" sugiere también aquí justo lo contrario).
En este juego no hay que clavar estacas en el barro, pero sí encontramos la parte en donde con un palo se golpea la punta afilada del otro para hacerlo saltar por los aires y lanzarlo con fuerza para alejarlo lo más posible. Curisosamente es un antecedente lejano de lo que en Cuba y más tarde en Estados Unidos se convertiría en el béisbol. Un juego muy parecido a éste era conocido en Peraleda como la maricolla.
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