sustantivo, masculino
También: Cortapicha
En español: Tijereta
Dermáptero. Insecto cuyo abdobmen termina en una especie de pinzas.
Ver Picha
1. He levantao unas piedras en el corral y estaban llenitas de cortapichas.
2. Ahh, me s'ha metio un cortapicha pol la patera del pantalón, ¡Ayyy, quítamelo, que me v'a pical!
Comentarios:
Llamados en español tijereta, rapaculos o cortapicos, también es frecuente en muchas zonas llamarlos cortapichas.
Usar cortapichas como singular (un cortapichas) es porque incluso en esa palabra está implícita la idea de tijeras (la fisionomía del animal hace que no pueda olvidarse), entrando en esa categoría de palabras que usan S en el singular porque aunque son sólo una cosa está compuesta por dos partes (tijeras, pantalones, alicates...). Sin embargo, en el sur, y en Peraleda también, es frecuente usar también la forma singular (un cortapicha).
Ver palabras relacionadas: Animales Insectos
Origen: Latín. Nos viene del Árabe. Se usa en algunas partes de España.
Etimología:
La historia de esta palabra es muy curiosa. Aunque no lo parezca, proviene del genitivo latino centipedis (ciempiés), porque, aunque no sean de la misma familia, se parecen. Cuando nos invadieron los árabes tomaron esa misma palabra y, con acento árabe, la pronunciaron gingibadisa, sonorizando todas las consonantes y añadiendo al final el sufijo árabe -A (singulativo). A partir de ahí esa palabra tiene su propia evolución e influencias dentro del árabe andalusí y al final del proceso, en la época de la conquista de Granada, nos encontramos con que la palabra se ha transformado hasta llegar a çubcipicha.
El final -picha es el resultado de la evolución de la antigua forma latina pedis (pie), pero en el castellano medieval esa era la manera habitual de designar al miembro viril (como aún es habitual en peraleo). Así es que a partir de ese momento la etimología popular se desboca y puesto que parece palabra formada por çubci + picha, si la segunda parte tiene sentido, la primera parte se acomoda para buscarle un sentido también. No hay más que mirar a las pinzas del animalito para comprender por qué la gente decidió que ese çubci árabe debería tener que ver con cortar.
Y así es cómo un animalito pequeño e inofensivo pasó a convertirse en el terror de los niños de media España, una aprensión que incluso ya de adultos no llega a desaparecer del todo.
La palabra se encuentra repartida por dialectos de buena parte de España (León, Zamora, Salamanca, Cantabria, Navarra, Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía...) y también en buena parte de América. Si la RAE nunca ha reconocido esa palabra y el estándar muestra preferencia por tijeretas, no ha sido por falta de uso, sino tal vez un poco por pudor.
Apóyanos con tu firma para salvar el Dolmen de Guadalperal y también para salvar el retablo esgrafiado de Peraleda.