sustantivo, femenino, plural
En español: Trébedes
Aro circular con tres pies que sirve para poner al fuego sartenes, peroles, etc.
Comentarios:
Es uno de esos vocablos a los que se añade la sílaba "es-" al principio: estenazas, estijeras, estrébedes...
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Origen: Latín. Nos viene del castellano antiguo. Es castellano con variación de forma. Se usa en algunas partes de España.
Etimología:
Del latín tripes-tripedis, compuesto formado por el prefijo tri (tres) y pes-pedis (pies). Por lo tanto *tripede significa literalmente que tiene tres pies o tres patas.
Del acusativo latino tripedem salió el castellano medieval trébedes, y más tarde, en el siglo XV, se volvió a tomar del latín el cultismo trípode, que también significa banquillo o mesa con tres pies.
La explicación de ese prefijo es- es curiosa. Por ser un objeto con varias partes se usaba en plural, trébedes, igual que pantalones o tijeras, que siendo una cosa está compuesta por dos partes. Como siempre se usa en plural, siempre se decía las trébedes, que sonaba "lastrébedes", aunque se refería a un objeto en singular. Por ello se pensó que esa S no era del artículo, sino del nombre, creyendo que en realidad era la 'strébedes, y por tanto, vocalizando bien sería la estrébedes, igual que se puede decir la caries o el inglés, que también son singulares acabados en -S.
Posteriormente surge otra reinterpretación, pues aunque el objeto sea singular, la terminación es más propia de un plural, así que se corrigió el artículo de nuevo al plural, y de ahí salió las estrébedes, en un curioso caso de doble hipercorrección. Este mismo fenómeno se dió también en otros dos objetos formados por varias partes, como estijeras y estenazas. Casos como estos podemos encontrarlos tanto en Extremadura como en Andalucía, en Asturias o incluso en Aragón, donde se dice las estruedes por el mismo motivo.
Hay quienes prefieren ver aquí un leonesismo, pues en ciertas zonas de Asturias las trébedes se dicen les trébedes, lo que de nuevo recurriendo a una errónea separación del artículo daría l'estrébedes, que luego castellanizando el artículo daría las estrébedes. Esto probablemente sea cierto, pero no es necesario pensar que nuestro estrébedes tiene que proceder del asturleonés, sino más bien que en nuestro dialecto se produjo esa confusión entre nombre y artículo igual que ocurrió en Asturias, en Andalucía o en Aragón, y nadie pensará que el fenómeno aragonés es también un leonesismo.
Y sin embargo, hay quienes opinan con buen criterio, que esa confusión no pudo ocurrir en nuestro dialecto, sino que la palabra ya nos tuvo que llegar como trébedes. El razonamiento es que las estrébedes sólo puede crear confusión (¿la strebedes, las trebedes?) si la S final se pronuncia fricativa, pero no si se pronuncia aspirada, como ocurre en Extremadura. La razón sería que las estrébedes aquí se pronunciarían lah ehtrébedeh. Así sería imposible que la S pasara del artículo al nombre porque no existiría ninguna S, tan sólo una aspiración que obligatoriamente marcaría el final del artículo o que originaría la incorrecta partición la jestrebedes. Pero, aunque eso tenga mucho sentido, vamos a explicar por qué seguimos defendiendo que esa confusión pudo producirse igualmente dentro de nuestro dialecto.
Tenemos una prueba muy clara de que esa confusión entre artículo y nombre no es algo importado de fuera, sino un fenómeno que se ha dado en Peraleda, como en tantas otras zonas de Castilla y Aragón. Se trata de un terreno a la entrada del pueblo en donde la gente iba a trillar, es decir, una era. En ese terreno había varias eras pequeñas, así que estaba claro por qué se llamaba a ese lugar Las Erillas. Sin embargo, eso no impidió que en algún momento se perdiera la conciencia de cómo había que separar el artículo del sustantivo, de modo que se produjo la siguiente evolución: Las Erillas→ Laserillas→ Las-serillas→ Las serillas. Y efectivamente, ese lugar siempre se llamó Las Serillas, aunque de dividirse correctamente con nuestro acento se habría dicho Las Erillas /lah erillah/, pero nosotros decíamos Serillas (hasta que montaron allí un chiringuito llamado "Las Erillas" y lo de Serillas casi se olvidó).
Pero si nuestra pronunciación es /lah erillah/, ¿de dónde salió esa S que pasó del final del artículo al principio del nombre? Pues de un rasgo típico de nuestra fonética (ya sólo conservado por alguna gente muy mayor), y es que las típicas consontanes que se aspiran a final de palabra (incluida la -S del artículo "las) con cierta frecuencia se pronuncian fricativas, como una -S del estándar, y así por ejemplo "diez años" suele sonar /dieh añoh/ pero tampoco es infrecuente decir /diesañoh/.
En cualquier caso, sirva este ejemplo local para demostrar que Peraleda es capaz de dividir mal el artículo sin necesidad de que nos ayude Asturias ni Aragón ni nadie, pues también es un fenómeno que ocurre en el castellano.
Apóyanos con tu firma para salvar el Dolmen de Guadalperal y también para salvar el retablo esgrafiado de Peraleda.