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Memorias de Angela Fraile 2/2 (Ángela Fraile Sánchez) Grabación del 26/08/2017

En este vídeo Angelita nos habla sobre las comidas en aquellos tiempos, y también nos cuenta divertidas anécdotas sobre su vida. Tan entretenida como siempre.

Vea la primera parte de esta entrevista aquí.

-Estamos a 26 de agosto del 2017. Y nos recibe en su casa...
Ángela Fraile.

Cuando los de la Dehesa La Mata estaban de asentaos en la Dehesa La Mata, pues los tocaba cada día un día a la semana cada uno hacer el queso de oveja, lo repartían. Y entonces ese día pos a cada…, de los asentaos que estaban allí, los llevaban la leche y tenían que hacel el queso.  Y nosotros, la tía Dislá, su madre de Pilis y de Enrique, pues era comadre de mi madre pero nos llevábamos mu bien. Y el día que le tocaba hacel el queso a tía Dislá pos no nos echábamos a siesta ni ná. Y hacíamos quesos, y te ponían con nas manos, apretando los quesos, pero se nos calentaban, que hacíamos nosotros que se nos calentaran pa no hacel-los. Y luego cuando iba saliendo lo que goteaba y los trozos grandes era el suero, y eso nos lo cocían y teníamos suero. Y ese día estábamos de día de fiesta. Y luego cuando masaban, yo eso encá mi abuela es donde lo ví, encá mi abuela Nieves. Pues iba en ca mi tia Tedora, la abuela de Jesús Garrapato, íbamos a pol la lúa que se llamaba, que era el pan efermentao, pero cuando masaba una metían un tazón y ponían allí un poco de masa y cuando iba a masal uno y otro decían: “Ves ancá tia Tedora a pol la lúa”. Ibâmos a pol la lúa y traían, y en una altesa echaban la harina, echaban el agua caliente y la harina y la lúa. Lo amasaban y lo dejaban tapao con una manta un poco y luego habían unas máquinas que tenían dos rodillos, ibas echando el pan y lo ibas, o sea la masa y lo ibas amasando y luego cogía mi abuela y eso con nas manos un trozo, lo amasaban y hacían el pan, y luego se cogían los tableros, ibas donde la tia Regina la madre de Sole, “Tia Regina que caliente usté el holno que tengo pan, que tenemos, que hemos masao” y luego ya venía Sole a por ello, cuando era más grande iba Sole con el tablero a la cabeza con un mandilín y siempre llevaba una almendra o dos con una piedra iba asín y lo partía. Lo llevaba, te lo cocían y luego te lo traías a casa. Y cuando mi abuela, se llevaba a un horno que había ahí debajo de donde puso Andrés la fábrica, enfrente de… que se llama esto el Corral de Concejo, -ujum-a mano derecha, ahí…

-A la salida, a la carretera.
Allí había un horno. Ahí me acuerdo yo que llevaban ellas el pan a ….
-¿A la derecha al lao del corral?

-¿A la derecha?
Que no sé yo de quien era, yo eso ya no me acuerdo porque yo sería, era mu chica y ahí lo amasaban y luego en el campo lo metían en verano entre la paja, en sacos, en un costal de esos de tela, metían el pan y lo metían entre la paja, pa que no se estu- pa que no se pusiera duro. Y al lao de donde trillaban, en Torviscoso que estaban ellos, hacían el moril que se llamaba.
-¿El qué?
El moril. Y era un redondel de…, hacían como cuando vas a cavar pa hacel un pozo, hacían un redondel y hacían 2 agujeros en na pared, uno pa un bote de leche condensada con sal y otro con pimentón pa, pa guisal allí porque pa que no saltara pa las pajas, que no se quemaran y allí hacían la lumbre y hacían la comida en una salten de patas.
-Pero ¿Qué es eso de un bote de, de…?
Pa echal-lo en na comida porque era pa tenel las especies que tenían
-Ah, sal y pimentón.
Y como estaban en el campo pos lo hacían así. Y mi abuelo Francisco, me acuerdo cuando iba a segal, que llevaban en un cuelno el aceite, la sal y el pimiento.
-¿En un cuerno?
Si, en un cuerno.
-¿En un cuerno de vaca?
Si, con un tapón, y luego llevaban el agua.
-Bueno pero llevarían un cuerno pa cada cosa. ¿No?
No, no. Lo echaban to junto.
-Ah, era un revuelto de sal…
Y luego tenían –aceite- un botijo de esas barrileras que llamaban aplastás, las llevaban en el carro colgás siempre. Uno… ¿no los has visto tú? Unos botijos que son aplastaos y los llevaban forraos de esparto, los colgaban en el borde el carro. Cuando iban a comel, pos tenían una barrenilla, echaban el agua, un poco de lo otro, y echaban el pan y se comían el gazpacho.
-Míralos +++
Eso me acuerdo yo habel-lo visto a mi abuelo hacel.
-¿Y las comidas así normales que se hacían aquí antes +++?

Pos aquí se hacía el cocido, se hacían las patatas y arroz y bacalao, las migas en invienno, las sopas, se hacían muchas sopas, sopas de hígado, las de cachuela que se llamaba aquí, sopas de cachuela, las sopa de patatas… Macarrones y eso no se hacían entonces aquí na. Algún cacho de arroz, quien tuviera un pollo hacía pollo con arroz, eso era como de día de fiesta, un domingo o así. Y pa Nochebuena criaban los pollos en lass eras, cuando se trillaba se criaban los pollos pa luego pa Nochebuena matal-los. Y era el, lo que se comían en Nochebuena. La, los pollos que criaban en sobrando, quien tenía corderos a lo mejor un cordero, y las perrunas que ahora comemos el pan este integral, la tia Nieves esta Camacho, estábamos ahí yo ancá mi abuela y salían con nos tableros a cocel-los, de centeno pa los perros de las ovejas. Hacían las perrunas que se llamaban.
-¿Y hacían pan de centeno?
Pa, pa los perros.
-Pa los perros. ¿Y la gente no se comía el pan de centeno cuando había hambruna?
Nunca, nunca, entonces la gente no comía eso.

-¿Y en los años del hambre tampoco?
Yo en los años del hambre sí sé que mi madre dice que las patatas las pelaban y lavaban la piel, las ponían a secar y lo freían como patatas pa comélselo.
-A lo mejor estaba bueno y tó.
Pos como había tanta-, de aquellas patatas tenían muchas, porque las tenían en Tolviscoso que estaban, y entonces cuando pelaban las patatas, se comían las patatas, y la piel que la lavaban y la ponían a secar y luego las freían y se lo comían como si fueran patatas fritas.
-Ah bueno, no suena mal. Habrá que probarlo alguna vez.
Claro, y no esteríe mal, porque...
-¿Y pa desayunar que, que se desayunaba?
Las sopas, pa desayunar era la sopa en na sartén.
-¿Sopas?
Y tos comían en la sopa sartén. Si te daban leche era cuando estabas mala. Si estabas costipá o algo. Mi hermano Roberto se ponía costipao con mucha frecuencia. Decía: “Madre, tengo un dolor de garganta, ay que dolor”. Decía mi madre: “Anda, ves a por medio cuartillo de leche, Angelita, que le cueza pa este muchacho”. Se bebía la leche y se le quitaba el costipao. Porque lo que quería era la leche.

-Y luego ya después- el desayuno era cuándo te levantabas.
Claro, tú te levantabas, te lavabas en el cacho palancana que había y luego después pos tú llegabas y te tenían la saltén puesta y te comías la mi-, la sopa. Tos a comel hala, no cada uno en su cacharro, tos de la saltén. Mi helmano Paco namas que se acababa la paré, dejaba de comel, porque le daba mucho asco. Decía: ”Yo ya no como”, y mi madre: “Come” y decía: “No, que ya no hay paré”. Na más que no había paré ya no quería comel.
Y Naranjas, era en invienno, cuando venía gente de porahi. Un año vino un hombre de Valencia y trajo un camión grande de naranjas y se le estropeó el camión. Y le dice a mi padre: “Ay le voy a pedir un favor. Si pudiera quedar aquí la mercancía que se me ha estropeao el camión”. Fíjate mi padre. “Y no tengo…”. Dice mi padre: “Pos mire usted, yo no tengo corral ni tengo na, pero tengo esta casa, pero de ahí que quite mi mujel to los cacharros, usté descalgue ahí las naranjas.” Coño, pos hizo un cerro de naranjas hasta el techo. “Que coman to las que quieran y lo que quiera y to” Se va el hombre y dice mi padre:” El primero que vea que coge una naranja le corto las manos” Y mi helmano Roberto llegaba: “Pos cojo una naranja. Pos cojo una naranja”, y decía mi madre: ”Como cojas una naranja tu padre te da una paliza que…” “Pos yo voy a cogel una naranja” Se ponía asin. Coño, a nosotros ninguno, ni Paco ni yo, porque entonces no había nacido Mari Flor. Pero él comía las que le dio la gana. Vino el hombre y dice: “Pero hombre, si no han tocao uste las naranjas” Dice: “Sí, mire usté, un pequeño que tengo, no ha habío manera, ese se habrá comío algunas cuando haya querío, pero no es porque no le haya reñido”. Pos nos dejó el hombre una tupa de naranjas que, amos, fuimos capitanes generales con nas naranjas. Y luego cuando empezaban las sandías pos mi abuelo estaba en… en Torviscoso, y la traía a mi madre las sandías pa… par ganao, y  mi madre en vez de echálselas al ganao cogía y las vendía pa darle a mi abuela dinero. Y los galipielnos cuando empezaban los primeros tamién nos los cogía mi abuelo y nos los traía y era lo que se comía.

Los Reyes de…, pa echarnos los Reyes pos era un cacho turrón si sobraba de Nochebuena y una naranja y poco más. Y a mi hermano Paco y Roberto iban a la escuela de tio Juanito Estrella, que era en El Rollo, de esa particular, y estaba en un escaparate que tenía el tio Salvador y veía siempre una bufanda que tenía allí puesta y cogió mi madre y dice: “Ay, le voy a comprar una bufanda a este muchacho pa que no tenga frío” Y cuando el día de los Reyes lo ve y dice: “Oh, Paco esta es la bufanda que vemos to los días encá el tio Salvador, que nos la comprao madre, que no hay Reyes” Dice mi madre: “Ahora es cuando no lo va a haber, se acabaron los Reyes”. Porque vió la bufanda… y ya está.

Luego ya yo, me fui a aprender a peluquera a Madrid. Antes había ido al algodón, porque mi madre no me dejaba pero yo quise ir porque me dio la gana, a coger algodón a la Vega. Íbamos…
-¿A la Vega Alarza?

Andando íbamos y veníamos y en el cerro, en las cuestas de Talaverilla nos parábamos a comelnos un cacho de pan. Yo fui con un hombre que se llamaba el tio Mariano, y luego nos veniâmos Paco Sastre, el helmano de Chelina y estos que iban tamién y nosotros. Nos veníamos andando to los días. Y luego yo ya pos me fui a aprendel a Madrid a peluquera. Estuve allí con Marcial. Y estuve yendo a la academia y me llevaba a demostraciones a aprender cosas. Y vine y con dieciseiss años me puse aquí de peluquera. Pero lo más bonito es que llego, y los tintes y eso me los traían luego, y yo por venir chula me había puesto un mechón aquí blanco en na cabeza. Y las amigas toas claro me estaban esperando porque llegaba, “Oij, viene Angelita, viene Angelita”. Y ya suelto las cosas y digo: “Me voy con las amigas”, y dice mi padre: “No creo”. Digo: “¿Y eso?”. Dice: ¿Pero tú vas a salil, que pareces la mujer del capitán que yo tuve en la guerra con ese mechón blanco ahí alante?”. Digo: “¿Oij, ¿pues y esto qué pasa, si esto es mu modelno? Que yo me lo he puesto porque en la peluquería se lleva mucho el rosetón aquí alante”. “Tú arréglatelas como puedas, cuando venga el tinte, cuando sea te lo quitas y sales, pero tú ahora no sales”. “Aquí me voy a estar yo metía”. Subí parriba, ande tenía la caja de los zapatos mi padre de limpiar los zapatos, eché betún en el cepillo, fium, fium, me hice bien el pelo, me peiné, digo: “¿Puedo salil ahora?”. Y dice mi padre: “¿Pues y cómo te las has arreglao”. Digo: “Usté no pregunte namas que ¿Puedo salil?”. Y me fui y ya está.
-Madre mía.
Menudo mercurio.
-Si, si. No, pues luego dejarías la almohada bien por la noche.

Ah, pa luego laval-la en el arroyo. Que no es como ahora en la lavadora. Y esas eran las cosas que teniâmos. Yo luego he puesto la… siempre lleno de gente, de mucha gente que tuve en la peluquería, peinaba las pelucas del Cristo, peinaba a las diputadas, las ponía las tejas y la mantilla y todas las cosas, siempre. Me levantaba pa peinar las pelucas de los angelitos temprano.
-En Semana Santa.
En Semana Santa. Y cuando veniân los padres misioneros pos no hacíamos vida, más que en la iglesia y en el Rosario de la Aurora, porque me gustaba mucho las cosas de la iglesia y siempre estábamos danzando. Y esa ha sido mi vida.

-Oye, ¿Y eso, yeso de cuando ibais a la Vega Alarza? Eso andando ¿Cuánto tardabais en llegar?
Yo no sé lo que se tardará en llegar, pos será media hora o más. Verás, Fidel ¿Cuánto se tarda de aquí a Vega de Alarza andando? ¿Media hora se tardaba?
2/¿A dónde?
A Vega de Alarza ¿Media hora se tardaba andando?
2/ A Vega de Alarza.
Pa cuando íbamos al algodón.
2/ Sí.
Sí, media hora o así.
2/Eran 5 o 6 kilómetros.

Íbamos por la mañana, temprano Íbamos las cuadrillas toas, salíamos de aquí del pueblo, claro, las jóvenes íbamos pa un lao, la gente mayol pa otro, con una cestita de mimbre que llevabas la comida, lo que te echaban, en un pucherillo, en lo que sea, y llegábamos allí y te ponías a cogel algodón. Te ponían un mandil atao a los laos y cuando tenías la barriga ya grande lo volcabas en un… en un saco, y asín desde que llegabas por la mañana hasta que se ponía el sol. No hacías más que miral, miral pa cuando bajaba el sol, y cuando bajaba el sol decían: ”Hala ya te puedes ir, sos podeis ir”. Saliâmos toas corriendo p’arriba, llegabas a casa, te lavabas, te peinabas un poco y hala las amigas poray. Y cuando había las bodas, pos era el baile siempre en la plaza, pol la tarde, la manzana. Y nosotros nos íbamos a cogel piejos de señorita, esos pinchos, que le llamábamos piejos de señorita, y como se llevaban las medias esas de seda, que teniá la gente cuando te arreglabas medias de seda, pos cuando estaban bailando la manzana, plas, el puñao, a las pielnas se la tirábamos. –“Madre mía. Ay estas putas de estas muchachas ya nos llenaron otra vez decían ”-

-Pero eso, eso pa quitártelo, se te rompe sí o sí.
Pos claro. Pos se romperían las medias pero nosotros nos guardábamos y que no nos vieran. Yo estaba de to las bodas, porque como estaba en la plaza, yo me sentaba en mi puerta y llegaban mis amigas: “Vamonos a los caramelos”. Poss hala, llegábamos a los… desde ahí nos ibâmos a los caramelos, “a esta puerta hemos llegado con muchísimo salero, para decil-le a los novios que nos den los caramelos”. Luego decían “a esta puerta hemos llegado cuatrocientos en cuadrilla, si quieren que nos sentemos saquen cuatrocientas sillas”. Y luego ya nos ibâmos al baile del… de la manza-, después de la manzana había el baile, estuvieras de boda o no pos íbamos al baile. Nosotros en verano tos los días nos íbamos al baile. Pol la tarde a bailal aonde toas las bodas estábamos.

Y una noche me dice mi madre: “Oij ves a por una barra de pan hija, a por un pan, que no hay pan”. Digo: “Ah, vale”. Me dio mi madre el duro, la peseta, lo que fuera y yo me fui con las amigas, a los caramelos a to. Estamos en el baile, bailando y me dice Pilis de tia Anita: “Tu padre está en la ventana del salón de tio, ¿Cómo se llama? de tío Nino que era”. Digo: “Madre mía el pan, que yo ni me ha acordao”. Pol la puerta de abajo, que había una puerta chica, me escapé corriendo sin decir na a mi padre ni ná, llegué, a la señora Juana: “Me dé usté un pan”. “Ay pos no sé si lo hay”. Digo: “Madre mía, mire usté a vel”. Me le dio el pan, me vine corriendo corriendo, llego, y estoy sentaita asín en la mesa y llega mi padre y me dice: “Si, si has corrío mu bien pero te he visto bailando que estabas-”. “¿Yo, en el baile?. “Hombre que estabas”. Así es que me metió una señora paliza y se acabó el cuento.

Y otra noche, ya se quedó mi abuela Nieves viuda, y entonces yo me venía a acostal ahí con ella. Con que a hacel-la compañía, pero como mi padre era mu severo, no me dejaba nunca salil, pues yo: ”Me voy a acostal ya con abuela”. Yo lo que me iba era Carmen esta del armacén, una prima de Laura tu cuñada que viven ahí, esa que está tan gordona, que anda muy mal, pues era amiga mía, y era una linda pieza también mu regular. Y dice: “¿Te vas a ir esta noche encá tu abuela?”. Digo: “Si”. Dice: “Yo te vengo a esperar”. Digo: “A ver si te va a ver mi padre” y dice: ”No, yo me espero aquí en na esquina”. Así es que esperando a que yo cenara, en invienno con un buen frío que era. Mira por donde viene mi padre de hacel la levadura, que iba siempre a hacel la levadura a la tahona, luego ya venía,  y tenía costumbre de volvel la esquina, y llegó, vuelve la esquina y dice:” ¿Qué haces tú aquí?” y dice: “No, aquí que estoy”. Dice: “Aaaaah, bien, bien”. Entra pa adentro y dice:” Esta, esta noche no se va a acostar ancá tu madre” Le dice a mi madre. Dice: “Cóño y eso ¿Por qué?”. Digo: “Vaya y estoy haciendo yo un mantel con abuela y tengo que il pa terminal-le”. Dice: “Si, con tu amiga Calmen que está ahí también tienes que hacel otro”. Digo: “Que noo”. Dice: ”¿Pos y a quién está esperando?, y digo: “¿Y yo qué sé?”. Total, que ya que sí que no, ya coge mi madre y dice: “Pos llévala tú”, y me trajo mi madre. Lo que tardó mi madre en soltalme tardé yo en il-la a llamal a Carmen y hala, ilnos porây.

Y luego Carmen tenían un bar, su padre, el tio Nicolás que se llamaba, y teniân una cocina mu chiquenina antes de entral al bas, y ahí nos poniâmos las amigas Carmen la Garbineja, esa era en otra panda, y Maria Jesús peluquera y unas poca,s y nos poniâmos a jugar a las cartas ahí, a sota, caballo y rey, que era lo que sabíamos jugal namás. Y era lo que jugábamos y ahí pasábamos un buen rato asín tamién. La tía Ángeles decía: “Ay hijitas, iros ya a vuestra casa que esto es mu chico y aquí tantas muchachas” Y nosotros, “ah”, nos haciâmos las remolonas y ahí ahí jugando con ella.
-Y a sota, caballo y rey ¿Cómo se jugaba?
Pos nosotros no era mas que una, dos y tres, sota, caballo y rey. Y si echabas la sota tú y decías la sota,
-Ah, te coincidía.
Y ya está, no sabiâmos otro juego.
-Eso es lo que se dice ahora de que esto es “sota, caballo y rey”, cuando algo es mu.. mu…, tiene las letras mu gordas.
Si, si. Esto es, ah, como sota, caballo y rey, esto se sabe pronto.

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