s. XV-XVIII
Esta construcción de estilo gótico-renacentista, el mayor templo de la comarca y uno de los monumentos de mayor esplendor del Campo Arañuelo, recibió del obispado de Plasencia el apodo de “mi pequeña catedral”. Al contrario que las demás iglesias de la zona, construidas por obispos o nobles, la de Peraleda fue costeada por los propios parroquianos, en una época en la que Peraleda era una de las poblaciones más grandes y pujantes del oeste cacereño. Aún así, no deja de ser admirable que sólo 100 familias pudieran asumir y finalizar tan magno proyecto.
Peraleda era en la Edad Media el punto de confluencia de dos rutas jacobeas que partiendo del centro de la península seguían el curso del Tajo al norte y al sur antes de unirse aquí y subir a La Vera buscando la Ruta de la Plata por Plasencia, por eso este templo está dedicado a Santiago Apótol.
Su parte más antigua es la torre de piedra, construida en el siglo XV durante el reinado de los Reyes Católicos. Esta torre formó parte de un interesante conjunto de torres vigía de factura similar repartidas por la zona que, unidas a la de la iglesia de Santa María, a 5 kms de aquí, y con otras ya desaparecidas, formaban una red que permitía la intercomunicación visual o luminosa, lo que posibilitaba enviarse alertas a distancia con total inmediatez.
Esta torre debió también cumplir la función de campanario de alguna capilla que funcionase como “sucursal” de la mencionada iglesia de Santa María, parroquia madre de todos los vecinos pueblos de la Campana de la Mata, mancomunidad política y religiosa que comprendía por entonces las poblaciones de Peraleda, Navalmoral, Millanes y las desaparecidas Valparaíso, Torviscoso y Malhincada, formando todas ellas un solo ayuntamiento y una sola parroquia dentro de la jurisdicción de la ciudad de Plasencia, de la que formábamos parte.
Las obras de este templo se iniciaron el 30 de abril del año 1535 y terminaron 68 años más tarde, en el 1603. Se comenzó por el ábside, lo que permitiría seguir usando la capilla adosada a la torre, y se realizó en dos fases constructivas, con un parón entre ambas.
Consta de tres módulos divididos por arcos fajones cubiertos por bóvedas góticas de crucería, de modo que todo el peso del techo se concentra en tan sólo cinco arcos, que se apoyan en contrafuertes adosados en el exterior, y permite unas paredes de gran altura libres de carga, como en las catedrales góticas. Al finalizar el primer módulo las obras se paran y se acondiciona el primer tramo, el del altar, para oficiar misas por parte de un teniente cura delegado del párroco de Santa María. La diferencia entre este tramo y los dos siguientes es sutil pero evidente y puede observarse desde fuera en la cornisa del tejado, la forma de los contrafuertes y la disposición de la mampostería; y por dentro en la factura de las bóvedas. También se observa que el pórtico de la puerta norte supone un cambio en el diseño original, pues encaja muy forzadamente en el primer módulo por su lado derecho mientras que lo hace con fluidez por su izquierda.
En el año 1575 el cura de Santa María de la Mata, el bachiller Don Joan Luís de Alba, deja su residencia en Valparaíso y se traslada a Peraleda. Este traslado supone de facto que la iglesia de Peraleda se convierte en la capital parroquial de toda la zona. Los dos módulos restantes debieron construirse después de este traslado, hasta completar la unión con la antigua torre. Dicha torre añadirá un nuevo cuerpo de ladrillos en el siglo XIX para mejorar sus funciones de torre vigía, que siempre mantuvo, durante la devastación de las Guerras Carlistas y posteriormente ampliará aún más su altura con un tercer cuerpo que remata su tejado a mediados del siglo XX, cuando se acondiciona para alojar el reloj de la villa.
En el siglo XVIII su planta se transforma en cruz latina al añadir por su cara norte una capilla dedicada a San Ramón Nonato, hoy de la Dolorosa, y por su lado sur una sacristía. Se construye también en este lado un gran arco de piedra adosado que servía de cobijo a la ceremonia del Descendimiento de Jesús en la cruz, ahora realizada en el interior del templo. El interior y la zona circundante fueron nuestro único cementerio hasta entrado el siglo XIX.
En ese mismo siglo, en el año 1704, se encargó para esta iglesia un nuevo órgano, construido por Manuel de la Viña, uno de los mejores organeros del barroco español. Pero lo que hace que este órgano sea tan especial y valioso es que es el único órgano de Manuel de la Viña que sobrevive. Quedan varios más en conventos y catedrales, pero éste es el único que ha conservado los tubos originales, de modo que es el único que conserva el sonido barroco original creado por de la Viña. Su estado de conservación aún no es demasiado malo pero necesita una restauración urgente, y muy costosa, si queremos que esta auténtica joya del barroco español no sucumba a la destrucción del tiempo.
Dentro del templo destaca el impresionante retablo barroco realizado al modo “de cascarón”, por un artista de la escuela de Churriguera, basado en el modelo del grandioso retablo de los Dominicos de Salamanca y completado con dos retablos laterales que lo extienden hacia los lados. Menos vistoso, pero de más valor, es el retablo de la Dolorosa, de estilo pre-rococó.
Tras el retablo mayor barroco se esconde oculta la joya más importante de la iglesia, y posiblemente de toda la zona. Se trata de un retablo renacentista realizado con la técnica del esgrafiado al estilo italiano, único en su género y en un muy buen estado de conservación (más información aquí).
Llama la atención también el cuadro de grandes dimensiones en el altar de las Ánimas, porque a pesar de conformarse perfectamente a la fe católica quien no sepa leer por completo las sutilezas de su atrevido lenguaje lo encontrará sorprendentemente herético (más información aquí).
nuestra iglesia iluminada:
A vista de ángeles:
Localización:
Escrito por Angel Castaño
Gracias a los fotógrafos que nos han cedido sus fotos. Por orden de aparición son:
1 y 11- M Carmen Romero Delgado
2, 3, 5, 7 y 9- Daniel Bravo
4 y 6- Víctor Díez