sustantivo, femenino
En español: Respiradero
Orificios que se practicaban en los hornos de carbón para que entrara el aire y mantuviera la incineración interior.
Ver Jurga
1. Tra pacá la jurga, que via abril unas cuantas bufardas pa este lao y tú vete cerrando aquéllas vêlallílas, qu'el aire ha cambiao.
2. Pero chacho, hombre, no abras tantas bufardas qu'en vez de carbón vamos a jadel cenizas.
Comentarios:
Estos respiraderos se abrían y cerraban según por donde soplaba el aire, para mantener el fuego interior a un nivel óptimo, sin que se apagase pero sin que tampoco se quemara la leña en exceso. También podían llamarse más genéricamente boquetes. Se hacían con unos palos largos llamados jurgas.
Origen: Asturleonés. Nos viene del castellano antiguo. Es castellano con variación de forma y significado. Se usa en la zona leonesa.
Etimología:
Esta palabra se usa en parte de la zona leonesa, Zamora y Salamanca, Extremadura y también Ávila.
Es una creación onomatopéyica derivada del sonido /buff/, que hacen los toros al resoplar por la nariz, y que en las mañanas frías produce un chorro de vaho, similar al chorro de humo que sale por estos respiraderos del horno. De hecho en origen se llamó bufarda al chorro de vaho que salía al resoplar por la nariz en un día frío y húmedo, pero luego se aplicó a estos orificios del horno.
En gallego se llamaba bufarda a unos ventanucos pequeñitos que se hacían en las cocinas para que el humo saliera, y luego se extendió a cualquier ventanuco pequeño en la pared. Pero es probable que la bufarda gallega derive del agujero del horno y no al revés.
De bufarda, por aspiración de la F, salió el castellano buharda, que en dimunutivo dio buhardilla, que empezó siendo unos ventanucos en el tejado y luego pasó también a referirse a la habitación o espacio que quedaba bajo las tejas.
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