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Siripollo

Siripollo
Atribución de imagen: Fondo de Raíces

También: Ciripollo

En español: Siguemepollo

[ sustantivo masculino ]

1- Lazo grande de color que lleva la mujer en el traje regional prendido en la espalda, encima del ramo negro, la manila, el ciencolores, etc.

2- Lazo grande y aparatoso que llevan mujeres o niñas como adorno en el pelo. Por extensión, cualquier adorno exagerado o estrafalario que lleva una mujer, especialmente en la cabeza o cuello.

Ver: Lazo

• Pero no salgas entoavía, que no t'he puesto el siripollo en la'sparda.

• Llevaba puesto el ciencolores con un siripollo tan grande que aburtaba más qu'ella.

Campos semánticos: Complementos de vestir Complementos mujer Ropa

Origen: Español. Nos entró a través del español. Es español inusual. Se usa en toda España.

Etimología:

Palabra surgida en el siglo XIX con la forma de sígueme-pollo. Pronto dejó de ser un compuesto y perdió el primer acento para convertirse en siguemepollo, extendiéndose rápidamente por toda España y América. Por ser palabra demasiado larga, en Peraleda sufrió una simplificación y quedó como siripollo, más fácil de pronunciar y que se ajusta a la regla de que toda palabra de más de cuatro sílabas es demasiado incómoda para ser usada con frecuencia. Es de suponer que anteriormente este lazo se llamase simplemente "lazo".

Pollo se refería a un varón joven, especialmente a los pícaros o "frescos" y su origen es igualmente decimonónico. Procede del del latín pullus (cría de cualquier ave, y en especial de la gallina). De ahí pasó al lenguaje coloquial para designar a los niños, a los que se llamó pollitos o, si no eran demasiado pequeños, pollos. Así aparecen recogidas ambas palabras en el Diccionario de Autoridades (1726-39), primer diccionario publicado por la RAE. Pero no es hasta el siglo XIX cuando comienza a usarse esta palabra para referirse, no a un niño, sino a un hombre mozo y soltero.

La primera referencia que encontramos en la literatura es en un texto de Enrique Gaspar del 1886, la comedia La chismosa, donde maquinando sobre el pretendiente adecuado, se dice:.

"SEVERO: Lo que ella debe buscar
es cariño y honradez.
.

DOÑA ANTONIA: La fortuna es lo de menos;
pues siendo un hombre de bien,
ha de mirar como propia
la dote de su mujer.
.

SEVERO: Juicioso..

DOÑA ANTONIA: Casero..

SEVERO: Humilde,
sin bajeza ni doblez.
No pollo.
.

DOÑA ANTONIA: Tampoco viejo..

SEVERO: Ya nos entendimos, ¿eh?"

Sobre el origen de esta palabra tenemos un dato, algo que raramente ocurre, y es el relato de cómo y quién usó esta palabra con ese nuevo sentido por primera vez. Nos informa de ello Ramón de Navarrete en un artículo que publicó el 11 de marzo de 1855 donde dice:

"El mismo año de 1845 que hemos citado ya, hallábase en una sociedad aristocrática, en la casa de la condesa del M..., el malogrado marqués de San..., tan célebre por sus chistes y sus graciosas ocurrencias.
-¡Cáspita! -dijo a los que se agrupaban en torno suyo-, si tirasen aquí un puñado de trigo, no quedaría ni un solo grano.
-¿Por qué? -preguntó cualquiera.
-¿Pues no ve usted esa nube de pollos que nos rodea?
La palabra hizo fortuna; aquella misma noche corrió allí como el rayo; al día siguiente la acogió Madrid entero, y después toda España."


Una vez popularizada la palabra pollo para referirse a los jovencitos que andaban detrás de las faldas de las mujeres, surgió también la voz "sígueme pollo" para designar a este tipo de lazo (no sólo al usado para la espalda), destinado a que los pollos se fijasen en quien lo portaba (sería como si hoy llamásemos a esos lazos "sígueme, papichulo", por utilizar hoy, como entonces, el último grito en lenguaje coloquial).

 

© Raíces de Peralêda (Peraleda de la Mata, Cáceres, España)
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