La historia del medallón visigodo de plata hallado en Peraleda de la Mata es un relato fascinante de descubrimiento, expolio y recuperación que abarca casi dos décadas y dos continentes. También confirma, una vez más, la gran importancia arqueológica e histórica de nuestra zona.
Características del medallón
- Fecha: siglo VI d.C.
- Material: Plata.
- Dimensiones: 13,7 cm de diámetro.
- Hallazgo y expolio: 2006
- Lugar de descubrimiento: secreto
- Recuperado: 12 de marzo de 2024
- Imagen representada: El héroe mitológico Belerofonte montado sobre Pegaso (que aparece sin alas) dando muerte a la temible Quimera. Rodeado por una corona de laureles entreverada con flores y conchas.
Este tipo de medallones, conocidos como 'phalerae', eran de oro, plata o bronce y se utilizaban para decorar armaduras o arreos ecuestres (discos metálicos fijados a las correas del arnés o de la coraza). Simbolizaban estatus y distinción en la sociedad romana; también se usaban como condecoraciones por el heroísmo militar, igual que hoy en día las medallas del ejército. El tamaño de estos medallones solía estar entre 6 y 9 cm, por lo que el de Peraleda resultaría demasiado grande incluso para lucirlo en el caballo; pero a veces la condecoración se concedía a una unidad militar entera, y entonces era fijada a los astiles de su estandarte, y en ese caso sería lógico que su tamaño fuese mayor. Lo cierto es que los expertos coinciden en identificarlo como una phalera, pero no se conoce en el Imperio Romano ninguna phalera individual de este tamaño, y menos aún en el Reino Visigodo, donde su rareza es absoluta. Este rasgo exclusivo hace que sea más difícil identificar su uso con confianza. Si conociéramos el medallón por detrás y su mecanismo de fijación podríamos tal vez afinar más, aunque sabemos lo suficiente como para lanzar unas hipótesis probables:
Teniendo en cuenta la romanización intensa que sufrieron los visigodos antes de llegar a España, es muy probable que este artefacto visigodo tuviera el mismo uso de los romanos o parecido, siendo un símbolo de valor y estatus. Como los visigodos eran ya cristianos en el siglo VI y casi todo el poco arte figurativo conservado de ellos tiene tintes religiosos, también es posible que esta imagen pagana tuviera un sentido cristiano idéntico al actual de San Jorge y el dragón, simbolizando la victoria del bien sobre el mal. O podría ser una combinación de ambos sentidos: el soldado cristiano ideal que lucha no por su propia victoria sino por contribuir al triunfo del bien. Y por último, podría ser también un regalo votivo de algún rey o noble importante a una iglesia como agradecimiento por alguna victoria militar, tal vez por intercesión divina. Sería muy interesante si se pudiera confirmar que este objeto tiene alguna relación con el culto visigodo a “Sancta Maria super Arbuscula” (hoy llamada Virgen de la Campana), pues el medallón es del mismo siglo en el que los visigodos, antes arrianos, se convirtieron al catolicismo.
Un hallazgo y su desaparición
En 2006, un aficionado cazatesoros utilizó como tantas veces su detector de metales en las inmediaciones de Peraleda de la Mata y descubrió el medallón. Consciente de su posible valor, contactó a un arqueólogo local para obtener más información. Al confirmar el experto la importancia de la pieza, el descubridor, en lugar de entregarlo, decidió venderla en el mercado negro. Cuando el arqueólogo intentó informar a las autoridades, el medallón ya había desaparecido. Una historia que lamentablemente se ha repetido demasiadas veces en nuestro pueblo.
Pero la importancia de esta pieza era tal, que la Guardia Civil comenzó a investigar para seguir su rastro. Había que recuperarla sí o sí.
El periplo internacional del medallón
Hoy sabemos que tras su venta ilícita, la pieza pasó por varias manos:
- Cataluña: El medallón llegó al anticuario barcelonés Félix Cervera Bea, quien supuestamente lo exportó a Ginebra sin los permisos legales correspondientes.
- Ginebra: En la ciudad suiza, la galería Phoenix Ancient Art adquirió la pieza, alegando que provenía de una colección privada. Esta galería ya ha estado más veces envuelta en otros casos de piezas de procedencia dudosa.
- Nueva York: Posteriormente, el medallón fue trasladado a Nueva York para su venta, con un precio de salida en subasta de 210.000 dólares, previendo que el precio final sería muy superior.
La investigación y recuperación
La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que llevaba años tras la pista del medallón, lo identificó en junio de 2023 al publicarse el catálogo de la subasta neoyorquina. El Fiscal del Distrito de Manhattan, principal funcionario encargado de la persecución de delitos en el condado de Nueva York (en este caso Alvin L. Bragg, Jr) desempeñó un papel clave en este asunto, interviniendo rápidamente para detener la venta tras ser alertado por la UCO española a través de su Unidad de Tráfico de Antigüedades. Gracias a esta colaboración internacional, la pieza fue incautada y reconocida la propiedad española sobre ella el 12 de marzo de 2024, aunque los trámites necesarios para este tipo de repatriaciones, incluyendo la verificación de su origen y autenticidad, han durado un año y hasta ahora, marzo del 2025, no se ha podido anunciar públicamente la repatriación. La Junta de Extremadura ha pedido que esta obra regrese a su tierra (entendemos que por “su tierra” no se refieren a Peraleda).
El mito de Belerofonte y la Quimera
La imagen representada en el medallón muestra a Belerofonte, un héroe de la mitología griega, montando al caballo Pegaso y derrotando a la Quimera, una criatura monstruosa con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente que escupía fuego. El hecho de que el caballo Pegaso aparezca sin alas es probablemente una simple cuestión de estética ─si mira el dibujo de nuestro medallón estará de acuerdo en que dibujar alas al caballo destrozaría la composición─ pero de todos modos no es infrecuente en la Antigüedad encontrar representaciones de Pegaso sin alas. Este mito simboliza la lucha del bien contra el mal y el triunfo de la valentía sobre el caos (la propia Quimera es un monstruo formado por una mezcla caótica). En el mundo antiguo suele interpretarse como alegoría del heroísmo y la superación de obstáculos, así como de la victoria. No podemos olvidar que la imagen está encuadrada dentro de una corona de laureles, símbolo de la victoria.
Posible interpretación religiosa
Además de su simbolismo militar es fácil, como ya hemos comentado, que tenga un simbolismo cristiano. El uso de mitos paganos como puro elemento decorativo se extiende a partir del Renacimiento, pero no antes, y menos en los albores del cristianismo, cuando el paganismo se considera el gravísimo error del que había que huir. Sin embargo el arte paleocristiano y visigodo aún no habían desarrollado bien una iconografía propia del cristianismo, por lo que es frecuente encontrar imágenes paganas reinterpretadas con un significado cristiano, como por ejemplo la representación más frecuente de Jesús que era el pastor Orfeo con una oveja a los hombros, reinterpretada por los cristianos como Jesús, el Buen Pastor. Por eso es bastante probable que si encontramos esta representación mitológica esté siendo interpretada con un significado cristiano, que por supuesto sería una alegoría de la victoria del bien sobre el mal, un tema recurrente en la iconografía cristiana. Así, el héroe mitológico puede haberse reinterpretado como un precursor del caballero cristiano, anticipando imágenes como la de San Jorge matando al Dragón (Satanás).
Por qué es tan importante este medallón
Este medallón visigodo es una pieza excepcional por muchas razones. En primer lugar, tiene un tamaño inusualmente grande: 13,7 cm de diámetro, el doble que la mayoría de medallones militares de la época, lo que indica que no era un objeto común, sino algo reservado para una función muy especial, quizá una ofrenda o una condecoración de alto rango. Está hecho en plata y tiene casi 1.400 años de antigüedad, lo cual ya lo convierte en un tesoro. Pero además es único en el arte visigodo: apenas se han conservado piezas de orfebrería figurativa en metales preciosos de ese tiempo, y menos aún con escenas tan elaboradas. Aunque a simple vista el dibujo pueda parecer tosco a ojos modernos, en realidad está cuidadosamente compuesto, con equilibrio, volumen y movimiento, y demuestra una técnica depurada para lo que era el estilo visigodo. La escena que representa, de origen mitológico pagano, probablemente fue reinterpretada en clave cristiana, lo que la convierte en un testimonio fascinante de una época de transformación espiritual: el nacimiento del cristianismo visigodo. Que una joya así haya salido de Peraleda de la Mata no es casualidad: nuestra tierra, en pleno paso estratégico del Vado de Alarza, fue lugar de asentamiento e importancia en muchas épocas, y este medallón no hace más que confirmar con pruebas materiales el gran valor histórico que guarda nuestro suelo. No todos los pueblos pueden decir que han aportado una joya así a la historia de Europa.
Esta imagen será a partir de ahora, y con toda razón, uno de los símbolos de Peraleda, y una pieza más a añadir a nuestro rico patrimonio que no deja de aumentar.
Reconexión con nuestras raíces visigodas
Cuando nos roban una pieza arqueológica nos están robando un pedazo de nuestra historia, información sobre nuestro grandísimo pasado. La recuperación del medallón visigodo de Peraleda de la Mata es un triunfo en la lucha contra el expolio del patrimonio cultural y una importante pieza para comprender mejor nuestras raíces. Aunque la asociación Raíces de Peralêda celebra su retorno a España, comprende que su destino final sea un museo arqueológico nacional o provincial, donde estaría bien conservado y protegido. A pesar del interés de muchos porque sea “devuelto a Extremadura”, lo cierto es que "su tierra" es la Hispania goda, capital Toledo, y de no volver a Peraleda, tanto da dónde quede ahora custodiado. Por eso no entramos a valorar su posible destino final, pero dondequiera que acabe, Raíces de Peralêda espera que se considere la posibilidad de regalarnos una reproducción a tamaño real del medallón para que los habitantes de Peraleda puedan apreciar y conectar con esta pieza única de su historia local. Entonces sí que, en cierto modo, podremos decir que el medallón ha regresado a su tierra.
PARTE II
MENSAJES PARALELOS QUE CRUZAN LA HISTORIA
Tal vez sea una gran coincidencia nada más, o tal vez sea una gran pista que nos ayuda a entender mejor el medallón de Peraleda. El caso es que en la parroquia de Peraleda tenemos un plato limosnero antiguo, de cobre, comprado a un anticuario. Este plato parece primo-hermano del medallón visigodo encontrado en nuestro suelo. Esta es la imagen:
Examinando este plato podemos ver enseguida que no se trata de un objeto visigodo sino relativamente moderno (ya de entrada el borde de flores de lis nos aleja mucho de la era visigoda). Un examen más exhaustivo nos lleva al diagnóstico de que se trata de una reproducción historicista (es decir, imitando modelos antiguos) de las que tanto se dieron entre 1850 y 1930 por lo que artísticamente se encuadraría en el llamado Romanticismo historicista (o arqueológico) del siglo XIX. En el centro la escena de San Jorge matando al dragón, rodeado de un texto antiguo indescifrable, lo que sugiere que su finalidad pudiera ser simplemente decorativa. Hasta aquí ningún misterio.
El enigma que a nosotros nos interesa es, ¿será pura casualidad que este motivo sea tan parecido a nuestro medallón? Tras mucha investigación la respuesta rápida es que no sabemos, puede ser pura casualidad o puede que no, pero hay serios motivos para inclinarnos por la hipótesis de que no es simple casualidad. Ni mucho menos. Veamos esto con más detalle.
Un jinete, un monstruo y un texto olvidado: la historia oculta de un plato misterioso
Imaginemos a un artesano del XIX sin conocimientos históricos pero decidido a crear una obra que tuviera ese aspecto milenario que tan de moda se había puesto en su época, un plato inspirado en la Antigüedad. Su intención es hacer un plato de cobre de estilo antiguo.
A simple vista, lo que vemos en esta foto es solo una bandeja de cobre, algo envejecida, decorada con una escena medieval: un jinete a caballo mata a una criatura monstruosa blandiendo una espada. Para cualquier espectador del siglo XIX o XX, se trataría de una escena tradicional: San Jorge y el dragón. Y, sin embargo, nada en este plato es convencional. Su forma, su iconografía, y sobre todo la extraña inscripción que lo rodea, lo convierten en una pieza digna de un rompecabezas histórico.
La inscripción es la clave de todo. Un primer vistazo muestra algo desconcertante: no está en latín ni en ningún idioma reconocible, y usa letras como la W, ajenas al alfabeto latino clásico. Esta es la transcripción del texto que bordea la escena:
REWIHÄNBTRAILWISÄNBTRAHNTEWISÄNBTRAIEWISÄN??????
(distinguimos la letra A de la Ä para señalar dos grafías diferentes de la A, siendo la Ä una especie de 6 o h muy similar a nuestra actual "a" minúscula de imprenta. Una amalgama que parece un triángulo entre tres barras marcaría el final del texto y, por tanto, el principio)
No parece tener principio ni fin claros, y algunas secuencias se repiten, a veces con una ligera variante, y las últimas letras del círculo son indescifrables. Lo más probable, pensamos, es que se trate de una copia errónea y descuidada de un texto más antiguo, hecho por un artesano que no entendía lo que copiaba, pero que sí quería imitar algo "germánico y antiguo", sin importarle lo que realmente pusiera en el texto original, o peor aún, que se hubiera inventado las letras.
¿Por qué germánico? Porque la letra W, ausente del latín clásico y medieval, apunta directamente a lenguas germánicas antiguas, así como ese carácter "raro" parecido a un 6 que aquí transcribimos como Ä, pues se trata de una A visigoda (y por tanto germánica). Y el estilo de escritura, con su mezcla de signos ornamentales y letras deformadas, sugiere una intención decorativa, no comunicativa. Todo parece indicar que el texto fue copiado mecánicamente de un modelo original, probablemente una inscripción gótica o protogermánica.
Pero ¡atención! El estilo de la escena no coincide con el del mundo germánico, sino con una iconografía cristiana medieval. San Jorge y el Dragón es una iconografía cristiana que representa la batalla entre el bien y el mal y que no surge hasta la baja Edad Media, siglos después de los visigodos. Esa mezcla extraña de una imagen que remite al siglo XIII y un texto que quiere evocar el siglo VI podría parecer un anacronismo caprichoso, pero ¿por qué adornar con un texto aparentemente germánico, y no latino, una escena claramente medieval? No tiene ningún sentido, puesto que los posibles compradores ni siquiera podrían identificar el texto ni su época o significado, así que buscar una iconografía medieval y acompañarla de un texto inspirado en épocas muy anteriores no tiene lógica alguna. Pero hay una hipótesis probable y sugerente:
El artesano pudo haber tenido delante un medallón visigodo real (o una ilustración arqueológica de uno) como modelo. Y no cualquier medallón, sino uno con una escena figurativa: un jinete matando a una bestia, como el que fue hallado en Peraleda de la Mata en 2006, y que representa a Belerofonte venciendo a la Quimera.
Si el artesano vio una de esas piezas, pudo malinterpretarla muy fácilmente: donde el original mostraba a Belerofonte (héroe griego), él creyó ver a San Jorge (santo cristiano). Esa reinterpretación no sería extraña: el motivo del "jinete vencedor del monstruo" es antiguo, y se cristianizó muy pronto. De este modo, la imagen central del plato nació como reinterpretación cristiana de un modelo pagano, y cuando se popularizó la iconografía de San Jorge y el dragón, muy muy similar, Belerofonte quedó en el olvido.
De modo que como la intención de nuestro artesano no fue la de replicar un modelo antiguo sino utilizarlo como inspiración para crear un objeto con claro sabor antiguo (pero sin pretender serlo, como demuestra el añadido de flores de lis), no tuvo inconveniente en "normalizar" esa extraña escena de San Jorge (creía él) para que pareciese más normal, simplificando la Quimera para hacerla más tipo dragón. Su modelo de Belerofonto bien pudo estar vestido con armadura romana, pues ese tipo de representaciones a la romana ya eran populares en época visigoda. En ese caso bastaría con retocar un poco la Quimera para transformarla en dragón (aquí ambos en rojo) para tener una perfecta escena de San Jorge y el dragón:
Note que no insinuamos que nuestro artesano del cobre estuviera copiando un modelo idéntico al del medallón visigodo que ahora tenemos, sino que estaría copiando un medallón visigodo similar con la misma temática, pero no idéntico. Pero aun así, no hay por qué pensar que el modelo que estaba copiando fuese visigodo, una escena de San Jorge dentro de un círculo podemos encontrarla en cualquier época a partir del siglo XIII.
¿Y el texto? Si el modelo original llevaba una inscripción germánica, entonces la cosa cambia. Eso nos confirma que el modelo original no podía ser un San Jorge, porque en la época visigoda todavía faltan siglos para que aparezca la iconografía de San Jorge, de modo que nuestra suposición de que en realidad se trata de un Belerofonto modificado se hace más plausible. Pero ahora el reto es confirmar que verdaderamente estamos ante un texto germánico y no un simple galimatía de letras sin sentido en donde el copista insertase la W y la A-visigoda simplemente para darle un tono antiguo a la decoración. Y aquí es donde surge la gran dificultad, porque ese listado de letras sin división de palabras, aunque tiene algunas secuencias que se repiten, no tiene ningún fragmento que tenga sentido, y la hipótesis más sencilla y probable es que el copista se lo inventara o que copiara un texto de manera totalmente descuidada y llena de errores, lo que haría imposible recuperar el texto original.
De manera que tras darle muchas vueltas al texto llegamos al punto final: si acaso ese texto germánico hubiese realmente existido, sería imposible descifrarlo, y por tanto no se puede demostrar que nuestro plato de cobre fuese un diseño copiado de un medallón visigodo original. Una hipótesis bonita pero que quedaba varada en las playas del país de Nunca Jamás.
Y, DE REPENTE, EL REFUERZO INESPERADO QUE NOS FALTABA
Tras desechar la investigación sobre la bandeja de cobre, pocos días después, algo inesperado sucedió. Hemos encontrado en internet otro plato limosnero gemelo del nuestro. Claramente ambos vienen del mismo autor y han seguido el mismo modelo, por lo que este segundo nos sirve para arrojar luz sobre el primero:
La aparición de este segundo plato ha sido una pieza clave en nuestro pequeño rompecabezas histórico. La escena central parece repujada sobre la misma plantilla que el plato anterior, lo cual sugiere que el artesano reutilizó un molde para la imagen. El texto también es idéntico, pero si en nuestra bandeja el texto empieza abajo del todo, en esta otra bandeja el texto empieza arriba, pero la secuencia de letras es exactamente la misma. Eso nos permitió resolver las letras que teníamos en duda y crear una transcripción exacta del texto que el artesano copio. Y ya con un texto que es una certeza, y no una suposición, nos dimos cuenta de que la repetición de ciertas secuencias nos permitían adivinar con bastante exactitud esas letras finales amalgamadas que no podíamos descifrar. Ahora vemos que el texto es este:
REWIHÄNBTRAILWISÄNBTRAHNTEWISÄNBTRAIEWISÄNBTRAI
Si solo tuviéramos un plato, podríamos pensar que la inscripción era muy inexacta, o incluso inventada, aleatoria o simplemente decorativa. Pero ahora que tenemos dos platos diferentes con la misma imagen y un texto similar, todo apunta a que ambos fueron hechos copiando el mismo texto original, y además con toda exactitud, así que ahora podíamos meternos de lleno en una investigación filológica sin miedo a estar persiguiendo nubes.
Queda por determinar a qué lengua germánica pertenecería exactamente esta inscripción. Lo más probable es que el texto pertenezca al dominio gótico oriental (visigodo o ostrogodo), y siendo un diseño español es más lógico pensar que el modelo usado sea también español, es decir, visigodo. Además, la presencia de ciertos fonemas, la forma de los nombres y los elementos léxicos apuntan con bastante claridad hacia el gótico, lo cual encajaría perfectamente con la cultura visigoda hispánica.
Partiendo de la base de que el texto es de un dialecto visigodo, lo primero que hicimos fue dividir la cadena buscando raíces, prefijos y sufijos que pudieran dar lugar a segmentos con sentido, y nos quedó esto:
REWIHÄN BTRAIL WISÄN BTRAHN TE WISÄN BTRAIE WISÄN BTRAI
El texto no parece una frase germánica normal, pero tiene todos los elementos de una inscripción votiva o heroica germánica de época tardoantigua (post-romana). Palabras como WISÄN (sabio o sagrado), BTRAI (epíteto guerrero) o REWIHÄN (nombre propio) nos remiten inmediatamente al campo léxico del mundo gótico, más en concreto la rama del germánico oriental.
Analicemos por partes:
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REWIHÄN: muy probablemente un nombre personal germánico. La raíz raiwi- (fama, gloria) aparece en varios nombres góticos, y el sufijo -han es común. Podemos reconstruir la forma Raiwihan o Raiwihans, que estaría en nominativo.
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BTRAI / BTRAIL: fórmula repetida cuatro veces, que parece epíteto heroico. Aunque no tiene paralelo directo, se acerca a formas como bitra- (fiero, agresivo, de probable raíz indoeuropea bheid-), combinada tal vez con un sufijo instrumental o intensificador. El uso del sufijo -l puede ser un marcador dialectal, por ejemplo btrai-l como forma adjetival arcaica. Reflejaría una cualidad combativa: "el que embiste", "el impetuoso".
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WISÄN: probablemente del germánico wīsaz (sabio) o wīh- (sagrado, consagrado). La forma terminada en -än puede ser una variante dialectal del nominativo singular, coherente con el visigodo, que no estaba estandarizado. El paso de ai > e o > ä está documentado en ciertas transiciones orales no codificadas.
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BITRAHNTE: no está documentado como tal, pero puede reconstruirse como una forma aumentativa de bitra, con sufijación participial (-hnte), como en otras formas del gótico técnico (fraujinhte). Podría significar "el muy feroz", "el intensamente valiente" o "el que brilla en la lucha". La etimología paralela a berhtaz (brillante) queda descartada aquí por forma y raíz.
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EWISÄN: parece una forma intensificada o reforzada de WISÄN, quizá con prefijo e- (como ocurre en otras lenguas germánicas para énfasis), o una alternancia gráfica causada por la comprensión parcial del copista.
En conjunto, el texto funciona como una cadena de epítetos y atributos dirigida a un individuo: un nombre propio seguido de atributos guerreros, morales y sagrados. En el mundo germánico antiguo —incluyendo los godos, lombardos, anglosajones o frisones— era muy común este tipo de inscripciones, que no construyen frases completas, sino que enumeran nombres, virtudes, cualidades, atributos o raíces simbólicas. Y hay algo más: todas las palabras parecen estar en nominativo singular masculino, lo que refuerza la idea de que todo se refiere a un único individuo (a Rewihan). Esto es típico en inscripciones dedicadas a héroes, guerreros o personalidades condecoradas.
No están pensadas para ser leídas como una oración, sino como una condensación mágica, votiva o simbólica del poder del guerrero, del objeto o del mensaje. Así, se combinan términos como "sabio", "brillante", "fiel", "guerrero", "sagrado" o nombres propios con fuerza simbólica, muchas veces con abreviaciones o sin nexos, buscando un efecto ritual o heroico más que lingüístico. Este tipo de inscripción no gramaticalizada era muy común en objetos votivos, espadas, fíbulas o discos ceremoniales (phalerae)
Traducción aproximada:
Raiwihan, impetuoso sabio, intensamente fiero, sabio consagrado, impetuoso.
Una estructura rítmica, con repeticiones intencionadas, reforzada por la simetría visual. Más que una frase, es una letanía heroica. El nombre y sus atributos giran sobre un eje ritual: fuerza, sabiduría, gloria. Una fórmula que encajaría perfectamente con el uso de la phalera como condecoración militar o como emblema de estatus y valor.
Note además que las cualidades que se exaltan del guerrero condecorado mezclan su valor militar con su santidad, lo que refuerza también la conexión que hicimos entre el medallón visigodo de Peraleda y la antigua iglesia visigoda de "Sancta Maria super arbusculam".
Notas lingüísticas adicionales:
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El visigodo no era una lengua estandarizada. Aunque Ulfilas creó un alfabeto gótico y tradujo la Biblia, el uso del germánico para inscripciones era escaso y muy variable. Los visigodos escribían en latín, y cuando usaban su lengua, era en diferentes formas dialectales, con cambios fonéticos esperables, como el paso del diptongo ai a e.
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Por ello, que encontremos variantes no documentadas (como bitrahnte) no debe sorprendernos: se trata de una inscripción dialectal, posiblemente oralizada y luego transcrita sin normas fijas.
Conclusión: lo que parecía un galimatías decorativo resulta ser una inscripción germánica auténtica o tomada de un modelo auténtico, que encierra el eco de una lengua desaparecida y de un mundo guerrero y sagrado que también fue el nuestro. Una vez más, la arqueología nos recuerda que nada es banal cuando se trata del pasado: basta un artesano al que le gusta lo antiguo, para que hoy podamos escuchar la voz lejana de los godos resonando desde un "moderno" plato de cobre olvidado.
Y así, este plato limosnero de cobre se convierte en una ventana inadvertida al pasado: la obra de un artesano que no sabía lo que hacía, pero que casi sin querer, nos ha transmitido la sombra de algo mucho más antiguo y verdadero.
Y lo que más nos interesa a nosotros. Si realmente este plato de cobre está basado en un modelo original visigodo de una phalera, eso demostraría que el medallón de Peraleda no es un caso único y extraño, sino parte de una categoría usada en época visigoda y que una phalera muy similar a la de Peraleda era conocida en el siglo XIX, aunque hoy esté perdida, olvidada, o escondida en alguna colección particular (al igual que estuvo la nuestra durante dos décadas.
Esa es precisamente una de las máximas del historiador y del arqueólogo: el paso de los siglos destruye casi todo, pero siempre quedan huellas y señales que nos permiten reconstruir el pasado.
Nota: el medallón visigodo se lo han llevado a Madrid, o Cáceres, aún no se sabe su destino final, pero el plato limosnero está en Peraleda, y además de su valor histórico, ahora muy aumentado, es nuestra conexión con el medallón visigodo original.
Escrito por Angel Castaño